'Urbanitas' en el MARCO

El MARCO nos presenta actualmente el trabajo de treinta artistas jóvenes; algunos pasaron por la escuelas de Bellas Artes, otros no (tal vez estos últimos sean los más interesantes). Artistas jóvenes; muchos de ellos aún no tuvieron la ocasión de hacer una exposición individual; para algunos de éstos treinta jóvenes tal vez sea ésta la última vez que expongan sus trabajos. El mundo del Arte está así: en manos del los curadores; en manos de curadores que apenas (o nunca) visitan los talleres en los que se produce al margen del dictado de éstos mismos.
Algo chirría en esta muestra ¿Será la cantidad de 'artistas'? La institución Museo da, otorga, confirma qué es lo que vale y lo que no. La producción inmensa de objetos aspirantes a 'obra de arte' hoy en día es abrumadora: ¡no hay en qué trabajar y por lo tanto 'mamá, yo soy un/una artista'!. Marchel Duchamp (leído a vuela pluma) nos permite ser tan poco rigurosos.
¡Treinta artistas en nuestro museo! ¿Cuántos maestros del Impresionismo podemos recordar? Me parecen demasiados 'artistas'. Algo chirría, de verdad, en esta macro-muestra. Bien es verdad que no es lo mismo una caja de cartón en la orilla de la acera al anochecer esperando ser recogida por el camión de la basura que esa misma caja en el ángulo purificador de la sala del 'museo de arte contemporáneo'. El visitante 'desinformao' se ríe pero con cautela confiesa "de ésto no entiendo", se disculpa, y continúa mirando. Asiste, en definitiva, al espectáculo. De éso se trata, de ver y mirar el espectáculo.
No pocos de los visitantes de esta macro-muestra, de esta ingente 'cantidá' de artistas a tan temprana edad, se preguntan ¿dónde están esos artistas que desde hace años venimos escuchando sus nombres pero no encuentran museo que los avale?
Tal vez estos treinta 'artistas' también, como los klinex,...
El rigor del comisario debe incluir 'tiempo'. La mirada necesita pensar. La premura de estos trabajos trivializa, —al regatearle el 'tiempo' que le corresponde a la obra para ser obra— lo que se muestra. Esta exposición encontraría su lugar apropiado fuera de la institución museo, nunca en su seno. O, tal vez, lo que hay que hacer es nombrar este espacio de la antigua cárcel sin la M de museo, lo que vendría a dar ARCO; y sí que en la 'feria' caben este tipo de premuras. Chirría esta exposición por ocupar un lugar del despiste, por olvidarse, los responsables, del elemento 'tiempo' que da vida a una Obra. Conviene recorda que 'Atlántica' hizo su primera aparición en un antiguo hospital allá en Baiona en 1980, y ese lugar no era ni es un museo.

Hoy la prensa da la triste noticia de la muerte de un gran 'curator': Aurelio Torrente. Un recuerdo a su buen hacer.