IX ÉPOCA

14.2.06

Porteiro

Estaba la pastora, lará lará larito;
estaba la pastora, cuidando el rebañito.
El gato la miraba, lará lará larito;
el gato la miraba, con ojos golositos...
Bueno, niños, si no os estáis quietos, tendré que cambiar el tono y contaros el del lobo Feroz, que se comía a Caperucita, o que se liaba con ella cuando pasó a llamarse Carapuchiña Vermella.
Y todo con ese aspecto de amable mucama de los indefinibles "cincuenta", siempre segura de que se impondrá a los niños revoltosos encomendados a su cuidado.
Pero nunca llegará a gobernar la casa, porque una mujer así, por mucho que le permitan jugar con el tren eléctrico, siempre añorará la Mariquita Pérez. Y lo sabe.
Por eso se esconde tras un rostro sin asomo de filo, como uno de esos cuchillos que nunca nos atrevemos a jubilar porque quizás algún día nos compremos el afilador y le encontremos más utilidad que la de seguir mellándole el que fuera costado cortante. La aguda punta ya tuvo mejores días.
Y, sin embargo, ahí está, ni siquiera como la puerta de Alcalá, viendo pasar el tiempo con esa misma mirada de oferta permanente, en un esfuerzo encomiable por sugerirnos firmeza, claridad y nitidez. Pero es como si un malicioso puntillista la hubiese retratado para obligarnos a la distancia prudente.
Yo diría que tras las dos dimensiones de la propuesta gráfica hay una tercera que ha de proporcinar el espectador: debe alejarse para definir los contornos. Pero seguirá siempre ahí, que con un salto de ojos ya tiene bastante.
¿Será posible que, por más que la miro, no me la imagino de primera de la lista?
¡Qué pena de tenacidad desorientada!
Incluso la foto de Toba convence más.
Estaba la pastora, lará lará, lariiiito...

3 comentarios:

Anónimo dixo...

Ten cara de serpe. E sisea.

Anónimo dixo...

Creo que te has pasado un poco...

Anónimo dixo...

No creo que vaya la primera de la lista, sería un error. Pero tampoco la destroces así.