Vademécum para electores incontaminados

Se acercan elecciones y todos los que de algún modo aspiran a ser elegidos se aprestan a ofrecer su mejor perfil al electorado. Hasta aquí, lo normal. Pero resulta que el Comité de Imposibles e Imponderables de VIGOBLOG me ha hecho un encargo envenenado: elaborar un a modo de vademécum, o prontuario de urgencia, para guía de electores incontaminados.
–Ahí lo tienes –me dijo el responsable de área–, ¡báilalo! Como siempre, me dejaron como única opción de baile la más fea. Pero yo no me amilano:
–Fea, lo que se dice fea, sí que es, pero le voy a sacar ritmo hasta de los tuétanos –respondí sin pensar muy bien lo que decía.
En fin, ¿qué iba diciendo? Ah, sí; el caso es que se acercan elecciones y todos los que de algún modo aspiran a ser, etc., etc… Pues bien, yo me lanzo y os propongo lo siguiente, queridos mutantes que un día fuisteis siervos para ir mejorando la condición y pasar a ser, sucesivamente, individuos, súbditos y ciudadanos, y hacer el viaje de vuelta descendiendo por las condiciones de contribuyentes, consumidores, consumidos y, finalmente, simples electores:

a) EXIGIDLE al candidato de vuestra elección, en lugar de amarlo como a ti mismo y vituperar al adversario, porque el que has elegido es el que está en deuda contigo y lo razonable es pedirle cuentas a él, mientras que del adversario cualquiera debe esperarse que haga las cosas de otra forma, o que no haga las que tu candidato dice que hay que hacer. ¿Estamos?
b) CUIDAD de que se mida en las promesas, que es mejor prometer lo posible y poder cumplirlo, que aceptar cualquier explicación de por qué lo prometido no puede ser, una vez que ha sido elegido.
c) ID tomando nota de quiénes se gastan vuestro dinero en ponerse guapos en los periódicos, para afearles la conducta y recordarles que el principio de igualdad de oportunidades no se compadece con usar el privilegio de poder manejar fondos públicos. O sea que en lo de gastarse la pasta, que sea la suya o la del partido, pero a la de los fondos públicos, ni reñirle.
d) EN LA DUDA, absteneos o votad en blanco (a ver si toman nota de una puñetera vez de que son SERVIDORES de lo público, no SERVIDOS de lo público).
e) CONTADLE esto a vuestros amigos, familiares y niños en edad escolar (que también tienen que aprender), sin excluir a aquellos que por azar electivo comparten algo de vuestro espacio vital, como novios/as, ligues/as, esporádicos/as, por mucho que los lleguéis a querer.
f) SED conscientes de que el voto es un mandato para el que lo recibe y jamás le perdonéis que, con vuestro sufragio, consiga mejorar más de lo que os haya hecho mejorar a vosotros y a los que os rodean (en todos los sentidos, incluido el físico).

Este es un breviario que tiene que dar la vuelta al mundo. Si lo tienes en cuenta (incluyendo lo de difundirlo), comprobarás que cada cuatro años las cosas se irán poniendo mejor. Maricarmen, secretaria de un conselleiro, lo leyó y, considerándolo como un simple SPAM, lo arrojó a la papelera de reciclaje. A las siguientes elecciones cambiaron las tornas y el nuevo conselleiro se trajo a sus fontaneros, con lo que se vio en la calle y con el subsidio de desempleo como único bagaje. Se dio cuenta de su error y, tras consultar a un experto informático con el que se había acostado alguna vez, logró recuperar el texto de las mismísimas entrañas del ordenador y se convirtió en una ferviente difusora de su contenido. No tuvo que esperar más que cuatro años y, para su satisfacción, fue incluida en las listas del partido en un puesto de salida, con lo que logró ascender de secretaria de conselleiro a Diputada Autonómica por Ourense, lo cual le ha proporcionado la oportunidad de olvidarse de cómo logró el éxito y pasar a ser ferviente defensora del vulgar aforismo "Santa Rita, Santa Rita; lo que se da no se quita” (lleva ya dos legislaturas y se rumorea que es firme candidata a conselleira si el partido gana las próximas).

La enseñanza que este breviario propone es bien simple: esto es un intercambio casi mercantil. Es decir que yo te doy una cosa a ti y tú me das una cosa a mí. Yo te doy el voto que te permitirá disponer de lo de todos, y tú me das por lo menos la mayor parte de las cosas que me dijiste que me darías (siempre y cuando no me vengas a prometer Colinas encantadas, Norias hiperbólicas, burro grande ande o no ande, o puntillas de Camariñas para huevos fritos).