IX ÉPOCA

22.11.06

Paren, que me bajo

Por favor, alguien tiene que parar esta avalancha de intromisiones en nuestra vida que supone la invasión de los operadores telefónicos. Nos hacemos con un teléfono para nuestro uso particular y se apropian de él todos los que nos quieren vender algo, los que nos quieren consultar para el "soplómetro", el "sondaxe" y el sursum corda.
Si, ya sé que tienen que vender y que son numerosos los puestos de trabajo basura que se habilitan para dar la tabarra telefónica. Pero que alguien los pare. En algún sitio tiene que haber alguien que promueva una legislación que nos permita mantener nuestra privacidad telefónica, porque acabaremos todos esquizofrénicos del teléfono como se ha quedado C. Porro de las flores.
Uno, buenamente, se ha informado de las diferentes ofertas que hay en el mercado para hacerse con una línea telefónica, con un acceso a internet y una oferta apañadita de televisión. Pero he aquí que cada dos por tres se nos cuela en el mercado un nuevo operador dispuesto a gastarse unos duros en conseguir clientela, y parece que todos han conseguido algo con el sistema de aporrearte el teléfono, porque si no no se entiende que sigan así.
Y el caso es que enciendes el ordenador y te asaltan mensajes publicitarios sobre las excelencias de no pagar establecimiento de llamada, de pagar menos por cada segundo, de facturártelo todo a tu gusto, de las ventajas que tendrías si te cambias a ONO, a PERSIL o a COLÓN. En la televisión no hacen más que anunciar sus ofertas, remitiéndote a su página web, apremiándote para que entres en la oferta-gancho, y mil lindezas más. Pero, por lo visto, no es suficiente tal información y, algunas veces en forma de encuestadores, se meten en tu vida privada preguntándote por qué sigues con tu operador de siempre, por qué no aprovechas las excelencias del nuevo y otras preguntas por el estilo.
Pues yo me planto. Me niego a facilitar información a unos desconocidos, que hablan por medio de un o una telefonista/o, contratada/o a uña de caballo con un contrato basura para una empresa pomposamente auto titulada "de comunicación", aunque sólo especialista en tabarra telefónica.
¿Dónde dice que no se pueda legislar para poner coto a este asalto a nuestra intimidad? Todos aceptamos que nuestra libertad se vea coartada a la hora de circular o aparcar con el coche, que se nos limite nuestra capacidad de engañar a los demás, etc., pero parece que nadie quiere saber nada del asunto si quienes nos invaden son tan poderosos como las empresas transportadoras de señales inalámbricas.
A quien ideó eso de vender asaltando números de teléfonos habría que encerrarlo sine die, con la pena adicional de tener que convencer a una cinta magnetofónica de que no está interesado en su magnífica y repetitiva oferta.
Es un tema para las distintas y distantes asociaciones de consumidores, porque si no se dan prisa tendrán que cambiar de operador y pasar a llamarse asociaciones de consumidos.
¿Hay alguien más ahí?

9 comentarios:

Anónimo dixo...

Me temo que no has oido hablar todavía de la Agencia de Protección de Datos
Ente público independiente cuya finalidad principal es velar por el cumplimiento de la legislación sobre protección de datos personales.
https://www.agpd.es

Creo que ahí puedes encontrar información de mucha utilidad...

Marcos Andión dixo...

La Agencia de Protección de Datos no es más que un instrumento que puedes usar para evitarte esas intromisiones. Lo que me preocupa es que la cosa no sea al revés, de lo que se deduce que, por el mero hecho de existir, hemos de aceptar que nos invadan. Mi propuesta subliminal va en otro sentido: que se organice una Agencia de Admisión de Datos y que sólo los que decidan apuntarse puedan ser objeto de las llamadas promocionales.
Lo que pasa es que hemos aceptado la insidia de que cualquiera tiene derecho sobre nosotros y que sólo mediante una acción positiva nuestra adquirimos el derecho a no ser molestados. Sin embargo, ese derecho nos asiste sin mediar acción alguna. Y, por cierto, ando bastante bien de oído y de vista, como para haberme enterado a estas alturas de la existencia de la Agencia esa.
Lo siento, porque ese ente público independiente es capaz de actuar mediante una ley positiva que le permite lo que no me han consultado a mí que deban permitirle.
En pocas palabras, que de lo que se trataría es de que, por ejemplo, la Policía Municipal no tenga que ser alertada para que haga cumplir la ordenanza de ruidos y vibraciones, para que vigile el cumplimiento de las ordenanzas municipales; que los teléfonos no puedan ser asaltados para vendernos cosas (sin necesidad de inscribirse en un listado de repugnantes que no quieren que se las vendan); que las libertades que vemos asaltadas desde la iniciativa de terceros se vean protegidas sin necesidad de acciones positivas por parte del asaltado. En todo caso, ese registro no es más que otra fuente de información para terceros, por mucho que juren que se la guardarán. tarde o temprano, la información que hayas difundido sobre ti acabará por ser usada en contra de tus intereses (no conozco casos en contrario).
¿Estamos?

Marcos Andión dixo...

Mi expresión de desagrado se basa, exclusivamente, en que echen sobre mi responsabilidad la cautela para no verme asediado. Insisto, ¿por qué no hay una Agencia de Admisión de Datos, en la que libremente cualquiera puede inscribirse y recibir puntual información sobre cualquier cosa que se venda? Lo contrario es como si dijeran que cualquiera tiene derecho a entrar en mi casa para intentar venderme cualquier cosa, pero yo puedo recurrir para que no lo hagan.
Mi planteamiento es bien sencillo: nadie tiene derecho a usar mi línea telefónica para hacerme preguntas con las que alimentar su base de datos, intentar venderme lo que sea o saber de mí lo que yo no deseo que sepan. Ya hay suficientes soportes publicitarios (tele, radio, periódicos, internet, vallas, prospectos buzoniles y hasta megafonía) como para que podamos darnos por más que informados de todo lo que se mueve, sin tener que pasarse el día espantando moscardones indeseados.
Lo malo es que hoy, con el ojo del Gran Hermano detrás de nuestra nuca, la legislación no se distingue por proteger a los menos dotados sino que sigue dirigiéndose a los intereses de quienes más pueden.
En definitiva: reclamo mi DERECHO A NO SER MOLESTADO TELEFÓNICAMENTE, sin necesidad de que lo haga constar previamente después de leerme la imposible letra pequeña, por lo general hábilmente camuflada en un larguísimo y críptico texto.

Anónimo dixo...

Soluciòn....no uses el mòvil.

Marcos Andión dixo...

Chapela, acouga: la cosa no iba de móviles. Aunque también podría ser. Sigue buscando.

Anónimo dixo...

lo peor es que te llaman desde un número privado, que conecta a través de una máquina y muchas veces descuelgas y nadie te habla, pueden llamrte todas las veces que sean necesarias hasta que consiguen la conexión ... es insoportable, yo cuando voy a dormir descuelgo para que no me despierte, pero es totalmente injusto

Anónimo dixo...

¡Qué gran idea! ¿y la pensaste tú sólo o te la transmitieron por teléfono?

Anónimo dixo...

Y a tí, ¿te han dicho que para hacer el bobo hay mejores sitios que éste, o es que sólo te relacionas con los de tu especie? venga, hombre, sigue buscando quien te diga que eres muy ingenioso, porque yo no voy a hacerlo...

Anónimo dixo...

Pero es que que te crees muy profundo y eres ridículo, muchacho. Por eso me río de tus fantásticas ocurrencias, de columnista fracasado.