Abel, Puertos, Caballero
¿Se podría decir que se trata de una sonrisa? Es posible, pero en la foto desentona una cierta vivacidad en la mirada que no se corresponde con el gesto/mueca con el que expande sus carrillos huérfanos ya de la recortada barba de antaño. La obscena papada agazapada tras ese perfilado mentón le proporciona un cierto aire de joven abuelete al que unas zapatillas de fieltro a cuadros podrían proporcionarle mayor comodidad.
Difícilmente podríamos negarle que quiere, pero el esfuerzo adivinado en el gesto tendría que hacernos desconfiar: ¿puede? Al escoger la foto para el análisis me ha resultado difícil separarla de la que ha venido utilizando para "mostrar sus poderes" Aunque, la verdad, es que adivino más decisión en la proa airosa del buque a media carga de la que exhala ese rostro un si es no es blando y como más apto para un soplamocos que para una caricia, que habría que suponer extensa.
El nudo estrecho de la corbata, además de cierta despreocupación por estar à la page, parece más bien fruto de una asesoría de imagen poco atenta o, eventualmente, a la contra. Quizás sea de agradecer la camisa blanca, un tanto distanciadora del uniformismo azulín, teja clara o fucsia al uso entre el pijerío universal y el sobrevenido; pero en la corbata, traga. De todas formas él sigue siendo, claramente, lo mejor de la candidatura que se ha confeccionado a medida (ustedes ya me entienden), para que le dejemos arreglar las trifulquillas Puerto versus Ciudad.
Lo que no se le nota, excepción hecha del corte de traje, es esa especie de aureola que les queda a todos los ex ministros. Puede que sea porque no llegó a completar una legislatura, pero el caso es que ya nadie recuerda que él fue el Ministro (por dos años) de Transportes y Comunicaciones que puso en el trampolín a Emilio Pérez Touriño nombrándolo Director General de Infraestructuras y, claro, éste no lo iba a dejar tirado. Y puede, también, que se le haya quedado así el rostro después de haber dado (electoralmente, se entiende) la cara contra Fraga, que casi se la borra. La alopecia es incipiente, minúscula y occipital (lo sé, qunque no se vea en la foto). La frente, mucho más despejada que cómo nos quiere dejar el puerto.
Pero volvamos a la cara. Si se toman la molestia de contemplar ese rostro, tapando alternativamente las mitades inferior y superior, podrán ver dos rostros en dos actitudes distintas. La mitad superior sugiere cierta alegría natural, con sus amables patitas de gallo impulsando unos ojillos quizás vivarachos. El hemisferio inferior descubre unas avariciosillas mejillas que limitan el desarrollo de una que pudiera haber sido sonrisa, pero que la presión ambiental de los carrillos ha dejado en una breve abertura que no puede con la abultada presencia del resto.
Es como si quisiera decirnos que seguirá habiendo un presidente del Puerto cuando le dejemos ser alcalde, y que tiene un rostro para cada función, sin necesidad de cambiar de indumentaria.
Diría yo que dispone de un cerebro vertical, cuyos dos hemisferios no se sitúan uno al lado del otro, sino uno encima del otro.
Quizás unos arreglitos, como los que se hizo Corina, le habrían venido bien para evitar el tremendo relleno que sobre el ámbito de la foto ocupan esos dos vastos carrillos. Claro que puede faltarle experiencia en lo de no ocupar espacios libres, pero queda claro también que no es aumentar la ocupación lo que a este señor le viene bien. Ni a los demás.
Corina
(Iniciamos esta sección de psicoanálisis de apariencias, con cierta enjundia, si cabe, para que sepan cómo vemos nosotros algunas caras. Perdonen las molestias)
No puede impedir que se note el tremendo esfuerzo que ha de hacer para perfilar una idea, o un simple pensamiento. Estamos ante un frasco al revés, al que se ha quitado la etiqueta para impedir que se conozca la fecha de caducidad de su contenido. Pero lo transparente del envase resulta insuficiente para no advertir que ha sido vaciado subrepticiamente, si es que hubo algún contenido en tan "aparente" continente. Claro que todo puede deberse a una miopía juvenil, relegada a la clandestinidad por aquello de las apariencias y que se empeña en manifestarse. Habría que recordarle a la responsable de esa cara que tales esfuerzos mentales, con repercusión facial inequívoca, siempre dejan huella, además de ir afilando los labios en un proceso de endurecimiento que dificultará la siempre reconfortante aplicación del "lipstick". Y, al fin y al cabo, los esfuerzos percibidos no parece que ofrezcan mejores garantías de resultado que lo ya esperado sin esfuerzos.
La indiscreción del fotógrafo nos permite atisbar, bajo el mentón que se esfuerza por mostrar una determinación acorde con su íntimo mensaje, que hay algo de antiguo en todo el conjunto, incluida la perla lobular cuya obscena exhibición es permitida por el cuidadoso repliegue de una cabellera al borde del agotamiento cromático. Pero ella es “Perli” y lo sabe. Y en su mundo las cosas son así. Y así parecen.
Compañeiro
Ya está. Aquí tenemos la verdadera imagen (il vero icono, o sea, el Verónico) del que un día quiso ser el “compañeiro Soto”. Ya lo ven, tan campante, haciendo músculo ante el ordenata, seguro de que su innegable fotogenia es capaz de resistir cualquier pirueta, sea corporal, social, ideológica o política.
El atuendo, pretendidamente à la page, sugiere intención de actualidad aunque se le queda en lo de la arruga, que era lo que en su día recomendaron sus más conspicuos asesores de imagen y entonces se llevaba. Claro que ya no es su día y se llevan ahora otras cosas. Pero la intención de la propuesta gráfica es innegable y no cabe duda de que se siente cómodo en ese pasado indumentario.
Creo que desea sugerirnos que, tras su no tan larga travesía del desierto por Brasil y el Caribe, está decidido a volver por donde solía, con la naturalidad que da el saberse conocedor de los recovecos más recónditos del escenario, ya escrutados minuciosamente en tiempos mejores.
Lo cierto es que, reflexionando sobre la pose podría decirse que no es provocada. Ante el objetivo, que nunca le traicionó (no como otros, según él), se siente y se sienta seguro, sonriente, sugerente. Parece querer decirnos que ha vuelto, que sabe como arreglarnos esto y que está dispuesto a compartir sus amplios conocimientos con los recién llegados. Y tiene material de convicción, porque también nos propone el contraste entre él, elegido y regalado por la cámara, y los tremendos esfuerzos con que se nos presentan los otros en las fotos: él tuvo doce años de gloria y sus sucesores fueron incapaces de repetir.
Y hay decisión y nulo recato en la pose, porque no le teme, en absoluto, a un entorno al que se sobrepuso y que está decidido a controlar de nuevo. De momento se ha situado en un cómodo lugar de la estancia, cerca de donde está el hardware, mientras hace la gimnasia necesaria para atacar el teclado y ver de volver a sacarle al software unas notas que le regalen el oído.
Ya lo ven, no hay en la foto ni un asomo de duda alrededor del minimalista mobiliario de diseño funcional; no hay muchos elementos para la decoración, como sugiriendo una austeridad que ya se arreglará con el tiempo, supone; no hay, al parecer, mucho que hacer que no sea profundizar en la preparación física, no vaya a ser que la próxima pirueta quede mal en la foto.
Cavilando ante el retrato me asalta la idea de que estamos ante un recuerdo del futuro de H. G. Wells, que reproduce el instante inmediatamente anterior a aquel en que el protagonista se sube a la Máquina del Tiempo, mientras, en el futuro que acaba de abandonar, los morlocs gruñen amenazantes en el interior de la esfinge. Pero, en un pasado que ya visitó como presente, logrará arrastrar el artefacto para poder unirse de nuevo a la rubia eloi cuando el inquietante futuro sea suyo y haya terminado el trabajo de sepultar para siempre a esos feísimos habitantes del subsuelo. ¿No les da la impresión de que no son pesas, sino que sostiene el tiempo en sus manos?
Para él está claro que hay un idílico futuro en el que no habrá morlocs ni elois, y todos seremos “compañeiros”, aunque, claro está, unos más “compañeiros” que otros, no vaya a ser que nos confundamos en la granja de Orwell.
Santi, propiamente dicho
¡Qué buen chaval es! Con sinceridad, no he conseguido de nadie una opinión diferente. Ni para mejor, ni para peor. Y el caso es que tiene cara de cristiano de pro, con esa mirada concentrada en la tarea, ajena a las vanas pompas mundanas que representan los micrófonos que, a buen seguro por encargo de Satanás, le han colocado al impoluto y blanquiceleste, aunque en exceso cuadriculado, fondo de imagen.
Ni siquiera la barba se sale de lo políticamente correcto; no hay exceso de exhibición bibliotecaria, como corresponde a alguien que todo lo lleva por dentro y desdeña el oropel de la apariencia externa (una bibliteca austera y "quintaniana", se podría decir). El "peluco", un si es no es desmedido, asoma por la bocamanga, como para poner algunas cosas en su sitio, al cabo de una mano que pretende sugerir que quizá sujeta unas cuartillas, ilustradas en DIN A4 y que parecen contener algo de lo que hay que decir...
¿Lee?, ¿medita?, ¿huye?, ¿soporta?, ¿posa?
La imagen no es capaz de precisar por sí misma. Pero mi proverbial habilidad para trascender las apariencias, para perforar cualquier coraza facial e inspeccionar interiores, ha detectado los efluvios del aura, cual cámara Kirlian, y me hallo en condiciones de aventurar conclusiones, no sin antes formular algunas cuestiones de profundo calado.
a) Esa mirada como sumisa y humilde, ¿esconde una comunión con rueda de molino municipal, para que nadie le diga que sólo es un mandado?
b) En caso contrario, ¿podría sacarnos de la duda sobre si Toba va / o Toba no va / en la candidatura / del Benegá?
c) Su probable regreso al Concello, ¿reavivará las prolijas facturas de ágapes varios, con suplemento de "combinados", a cargo de sus "gastos de representación"? (El hielo lo pone la casa).
d) ¿Aligerará las de la Xunta?
Teniendo en cuenta a), b), c) y d), la conclusión más segura es que..., ¡quién sabe!
CONCLUSIÓN ALTERNATIVA: Vale, tío; te admitiremos como concejal de compañía, porque el escatérgoris es tuyo, pero las próximas copas las pagas tú, de tu bolsillo o del de tu partido, que ahora ya "maneja guita" y hay menos disculpa.
Otros ejemplares de la hemeroteca psicofísica de Marcos Andión:
Toba Girón
Fernández Alvariño
Porteiro
Mauricio Ruiz
José Manuel Iglesias
Y así, burla burlando, me he tomado la libertad de presentárselos a ustedes, sin la más mínima intención de dirigir su voto; sin darles más ideas que las que tengo; sin más prejuicios que los que me caben sin esfuerzo, y exhibiéndome tanto como pretendo exhibirlos a ellos. Es verdad que hay más, pero están en éstos, ¿no?
En fin, henos aquí, a todos, dispuestos a la crucifixión. Pero, como diría el zorro astuto al pasar bajo las uvas, "¡bah! están verdes!
Pero, no se vayan, perdonen las molestias, que estamos trabajando para ustedes (¿no es lo que hay que decir?)
P.D.: ¡¡Hale, a votaaaaaar!!
2 comentarios:
Coido que o candidato Caballero está descalzo, nin "zapatillas de fieltro a cuadros" nin farrapos de gaita. Está descalzo e posibelmente esté espido do medio pra baixo, cos pés na auga do mar demostrando así, que fai pé e que non hai suficente calado pra cargar ese barco e hai que rechear; por iso pon esa cariña de frío.
Saúdos!
Remo
A toro pasado diré que las fotografías de estos candidatos sí que han dado bien el clavo.
Los argumentos... cada cual los suyos.
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