No siempre, pero nos engañan

Llevo ya bastante tiempo pensando en hacer algunas reflexiones, que a mí me parecen interesantes y que podrían poner en evidencia algunas de las manipulaciones que hacen con nosotros. Cierto es que, aparentemente, lo que expondré se aparta algo de la intención declarada de este blog, pero no aguanto más.
Todos hemos llegado a confirmar (es verdad que tarde) que en Irak no había, ni iba a haber, armas de destrucción masiva, ni programas de construcción de armas químicas, ni ná de ná. Pero los servicios secretos insistían en que Sadam era un astuto y las camuflaba en bombonas de butano, o en camionetas de reparto, o yo qué sé.
Y aquí es donde conviene recordar algunos acontecimientos, previos al estallido de la II Guerra del Golfo, que dejan un cheiro ineludible. Poco antes del comienzo de las hostilidades, la fragata "Andalucía" (no sé si fue ésta o la "Extremadura"), que patrullaba por el Golfo en misión de reconocimiento e interceptación, recibe la orden del mando de la flota (norteamericano, por supuesto) de abordar un barco y registrar su carga.
En una operación impecable desde el punto de vista militar, la fragata descubre que el barco inspeccionado transporta missiles clandestinamente, ya que como carga declarada figuraba otra. La tripulación de asalto es felicitada por el mando de la flota. Casi inmediatamente, desde el Pentágono se difunde una curiosa noticia: el barco interceptado era "amigo" y transportaba los missiles, procedentes de Corea (supongo que la del sur, porque si no...), para un Emirato de los del Golfo y también "amigo", para su defensa. Y aquí no ha pasado nada.
Y, ahora, la explicación conspirativa, que tiene mucho más de verosímil: el barco interceptado llevaba los missiles para esconderlos secretamente en algún punto accesible del desierto irakí, con el fin de que los inspectores de la ONU, que no encontraban nada de lo que les decían que tenían que encontrar, hallasen, por fin, la prueba que Bush y los de las Azores sabían que encontrarían. Ni que decir tiene que el secreto era obligado y ni siquiera el mando operativo de la flota del Golfo podía conocer lo que se había montado.
Sin embargo, la eficaz actuación de la fragata española, consecuencia del desconocimiento que de aquella operación secreta tenía el mando de la flota encargada de mantener el embargo sobre Irak, dio al traste con la triquiñuela.
De los missiles transportados nada se supo durante algún tiempo. Pasado el follón, se publicó la noticia de que, finalmente, aquellas armas acabaron en poder de ¡Gaddafi!
Y es que, como dice el aforismo: se puede engañar a todos durante algún tiempo; a algunos durante todo el tiempo, pero es imposible engañar a todos todo el tiempo.
Desde siempre, el Poder ha considerado que dispone de todos los instrumentos que le permitirán engañarnos cuando sea necesario. Sin embargo, resulta imposible prever todas las contingencias y, a veces, el diablo, que mora en los pequeños detalles, se pone a jugar a desmontar complejísimas y presuntamente seguras conspiraciones. Con éxito.
Dicho lo cual, hay que recordar también que algunas cosas son lo que parecen, no vayamos a caer en la estupidez de considerar falso todo lo que nos digan; sólo algunas cosas lo son. El problema estriba en determinar a tiempo qué es cierto y qué falso. ¡Cherchez la femme! (buscad la mujer), que diría el clásico, y que viene a ser lo mismo que "qui prodes" (a quién beneficia), para acercarnos a la madre del cordero. Cuidadito cuando detectéis demasiado interés en cosas aparentemente poco importantes, o que no cuadran muy bien: ahí anda achantado el Diablo, probablemente.