Están locos estos romanos

Alerta en el Imperio. Una díscola provincia del corner noroccidental se anda con lo de ir de nación por la vida, como única forma de resolverle los problemas cotidianos a la peña.
--Hasta ahí podíamos llegar, Cayo Pico da Galega.
--Es lo que yo digo, Cayo Craso. Pero es que allí todos dicen ser Anxo/Espartaco y no hay manera de dar con el cabecilla de la rebelión secesionista.
--¿Todos?
--Hombre, no sé si todos; pero por lo menos los que conseguimos reunir en el circo, sí.
--Dales elecciones y autonomías para que ahora te vengan con esas. La verdad es que no sé para qué los romanizamos.
Afortunadamente, la vieja tradición de matar al mensajero había caído ya en desuso en el Ominoso Imperio Mesetario y Cayo Pico da Galega consiguió mantenerse bajo el casco legionario, aunque algo ladeado por el sofoco.
En fin, el victimismo. Otra vez el viejo victimismo como estandarte de la rebelión noroccidental, bajo el disfraz del obamiano "yes, we can" y transmitido por la moderna oleada virtual de los YouTube, Facebook, Myspace y toda esa panoplia de hacer amigos por la red.
Ya los mesetoromanos estaban hasta el "pilum de la mucho más telúrica y festiva rebelión de los galos Asterix y Obelix, puesta en marcha al grito de ¡Están locos, estos romanos!, cuando ahora se les aparece el Quin de Gallaecia y, enarbolanzo una Z como un Coliseo, va poniendo en pie a un montón de paisanos al grito de "¡Eu tamén son Anxo Quintana!".
Pero, vamos a ver, hombre de dios, ¿es que no te acuerdas de cómo terminó lo del Espartaco de Kubrik, cuando Craso lo andaba buscando y sus colegas pretendieron jugar al despiste diciendo que todos se llamaban igual?
Pues, al loro, porque el asunto puede tener ahora el mismo remedio. ¿Todos sois Anxo Quintana? Pues, hala, ¡todos crucificados, desde aquí hasta Santiago!
Señor, señor, qué cruz.