Se habían ido, pero han vuelto por donde solían. Y a éste lo pillé hace sólo unos días.
Ya no se arman con aquella rueda con la que los de Nogueira de Ramuín, Chandrexa de Queixa o Xunqueira de Espadañedo circulaban por las calles adoquinadas, sorteando las vías del tranvía, de este Vigo de nuestros pecados.
Ha vuelto el ¡afiladooooor y paragüerooo! en bicicleta. Los tiempos exigen nuevas tecnologías, nuevos atuendos, pero la fuerza motriz sigue siendo humana. Ni una brizna de humo, ni un centilitro de combustible procedente de fósiles, como antaño; pero sufriendo, como todos, problemas de aparcamiento.
Lo nuevo de la imagen no es el simple regreso; es el regreso a cuando no se contaminaba el aire con millones de tubos de escape disputándonos el oxígeno. Porque, en realidad, el afilador nunca se extinguió; pero había regresado a lomos de una motocicleta, cuyo motor de explosión (a eurosúper o eurodiesel) suministraba la energía necesaria para hacer girar la "pedra de amolar", esa donde los filos rejuvenecen mientras las hojas de los cuchillos van perfilando esa concavidad que les da el reiterado paso por ella.
El afilador ha vuelto a las calles de esta ciudad, como reclamando un sitio entre tantos "inventos", para conseguir eso que se llama "sostenibilidad", a pedal, como es debido. Tampoco sé si aún se acuerda de "o barallete", quizás el más conocido de los lenguajes gremiales, pero sí le oí cantar, como antaño, su ¡afiladoooor!, sin completar la llamada con lo de ¡paragüero!, quizás porque los paraguas ya no se reparan: simplemente se pierden y se sustituyen por otros, ¿no?
Y ha vuelto sin miedo a los nuevos artilugios que consumen electricidad para devolver algo de filo a cuchillos, tijeras y demás instrumentos cortantes. Porque el afilador que nos ha visitado estos días es consciente de que los nuevos tiempos exigen limpieza de procedimiento.
Y nos ha traído su imagen con sonido incorporado, como exigen estos tiempos en los que la Galaxia MacLuhan impone lo audiovisual a todo. Ahí la tienen, la mano que parece acomodarse a la bicicleta está armada con esa especie de flauta de Pan, o xipro, con la que sus antiguos anunciaban su presencia: ¡¡¡firuliruliiiii, fiirulí!!!
Este estimulador de la evocación de otros tiempos resulta paradójicamente actual. Ajeno a la polémica sobre el vídeo de Al Gore "Una verdad inconveniente", se instala en la sostenibilidad, no para recordarnos que todo tiempo pasado fue mejor, sino para reclamar un sitio en esta sociedad encadenada al progreso indefinido, como si hubiese algo indefinido en algún lugar.
No puedo asegurar que se esté forrando, pero me apetece admirar su determinación para transitar entre los coches aparcados en cualquier calle de esta ciudad que, como todas, se nos va haciendo inhóspita.
Es un contrapunto, no un anacronismo; una propuesta subliminal, no una llamada a la nostalgia; una sugerencia, no un desatino.
Es un afilador, ¿se acuerdan?
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8 comentarios:
Marcos claro que nos acordamos. Tamén sabemos que ahora los paragüas, son baratos, pues igual que toda la basura viene de China, donde la explotación laboral aúnque sea a niños no cuenta y claro, tan pronto viene un viento un poquito fuerte "al carallo", pero compramo otro y seria muy importante tener uno solo bueno y que hubiese paragüeros.Non solo arreglaban paraguas, tarteiras, ollas, bacenillas, que ahora ya no nos acordamos y hace pocos años, era de uso diario. Un recuerdo para ellos.
Antes, cando viñan diciamos: vai chover, xa veu o paragüero!
Anónimo, a nostalxia non está mal, pro non quererá vostede voltar ao "penico" nin as tarteiras con remaches que amañaba o paragüero?!...
Agora o seu traballo reduciu-se cáseque só a afiadores, porque como ben diciades os paraugas xa no paga a pena amañalos. Claro que onde estea un daqueles bos paraugas chamados "parroquias", que se quiten tódolos chinos ou de calqueira lado (por moi prácticos que estes sexan pra recoller ata cáseque poder metelos no bulso), a máis de que aqueles, non se viraban tan doadamente co vento, pro claro; eu alomenos, as "parroquias" perder, perdíaas o mesmo.
Saúsos!
Pues hay un afilador, que va en una vieja vespino, por la zona de la biblioteca central en el casco vello, si mal no recuerdo por las mañanas, y va aún con la harmónica....
El problemas de su escasez será debida en cierto modo a esa "China" como dijo el anónimo anterior, que nos llena de productos, paraguas, cuchillos (según comentamos) como quien dice, de usar y tirar, y a los que una vez deteriorados, tiramos y volvemos a comprar..
La última vez que quise afilar un cuchillo, en una tienda del mercado del progreso, recibí una "monumental bronca" (exagerando un poco) del dependiente, ya que, lo que yo consideraba mi fantástico cuchillo del IKEA, era una mierda, y que eso no era un cuchillo..
En fin....
No entiendo a què se dedica este "afilador" sin paraguas. Los cuchillos de hoy en dìa son de filo permanente. Si no afila y no paraguea ¿ cual es la idea oculta?.
Tengo una sospecha que me la guardo.
De todas formas quiero decir que la imagen del afilador y paraguero me trae tantos recuerdos como el barquillero de la Alameda.
Ahora ya casi nada se repara. Los objetos tienen una bajísima calidad así que casi nunca compensa arreglarlos. Interesa que compremos y compremos. Puro consumismo.
Destragamos las materias primas como si fuesen infinitas...
Voltemos a mercar cousas boas, deixemonos de baratillas chinas, que amén de ser unha merda, contaminan. A parte de estar sendo cómplices da explotación dos chiniños, i engordando as "mafias", que pronto nos controlaran a nos. Somos burriños, pero en todo. Soio sabemos falar, parvadas.
el negocio ahora está en que compremos mucho. Mucho y malo así hay que sustituir todo rapidamente...
Las cosas buenas y duraderas no están de moda.
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