La flamante Casa de las Palabras, obra que Carlos G. Príncipe llegó a definir como su legado a las generaciones futuras, ha entrado en situación crítica. Edificado en el mejor estilo Zaplana, consistente en fichar un arquitecto, escribir alguna buena idea y solicitar una ayuda europea, languidece mirando las dunas de Samil. El Verbum pretendió apuntar a Vigo en la corriente modernizadora de las instituciones museísticas que desde los años 80 viene poblando las ciudades españolas de museos interactivos con una inclinación preferente hacia la Ciencia y la Tecnología. El ejemplo del Museu de la Ciencia de Barcelona, sorprendentemente bien recogida en A Coruña, resuena hoy en grandes ciudades como Valencia y no tan grandes como Granada.
La causa del fracaso de la Casa de las Palabras ha estado en una concepción estrecha de la institución: un continente para una idea. Pero las ideas deben tener equipos humanos que las promuevan y las concreten. El Verbum nació con un montaje encargado a una empresa que ha permanecido inamovible. Ni una actividad realizada, ni promoción, ni nuevos módulos ni siquiera personal especializado que evaluase y propusiese mejoras.
El año pasado sonaron las alarmas al comprobar que los gastos de funcionamiento no compensaban el número de visitas, es decir, no cumplía su función. La alcaldesa, un tanto obsesionada con los edificios, pensó en dedicarlo a otros menesteres. Fieles a la externalización de servicios se firmo un convenio de asesoramiento con la Universidad cuyo resultado desconocemos aunque no ha debido ser muy fructífero pues, una vez nombrado el director, han comenzado actividades que se ajustan más a los cargos que ya tenía el responsable (Arquivo Pacheco) o a sus aficiones (comic) que a un estudio riguroso.
Desde un punto de visto educativo es muy lamentable ver como un año tras otro, nuestros hijos recorren la autopista del Atlántico, para poder visitar, deprisa y corriendo, tres museos interactivos mientras los nuestros, el de la Conserva, el del Automóvil, el del teléfono, el etnográfico, el de Castrelos, el del Mar , pero muy especialmente el de las Palabras, son incapaces de publicar una guía o convocar un taller para visitas escolares.
El plazo dado por la Unión Europea para mantener el objeto del edificio que ayudó a construir vence en unos meses. Es el momento de aportar ideas antes de que la alcaldesa decida dedicar el edificio a invernadero para sus flores.
Soben as pernoctacións en Galicia un 4,8% en outubro mentres que o número
de viaxeiros crece un 5,6%
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Durante os 10 primeiros meses de 2024 as pernoctaciones incrementáronse un
5,2% respecto ao mesmo período do ano anterior, mentres que as de viaxeiros
resi...
5 comentarios:
El Verbum nación desgraciado. Se financió con dinero de la Unión Europea dentro del llamado Programa Operativo Local (POL), un programa destinado a financiar proyectos de regeneración urbana y que Príncipe trampeó y metió con calzador en la erección (literalmente) del Verbum, como si fuese una acción de regeneración de la zona de Samil (!). Como los dineros se repartían (al contrario de otros programas de la Unión) por número de habitantes y los criterios eran laxos, la cosa coló. Castrillo & company tragaron el sapo (ellos llevaban varios proyectos de "humanización del Calvario") por aquello de no perder la poltrona (lo que luego llamaron "cintura" -culo, se referían al culo-). El proyecto parte de una ocurrencia de una persona próxima a Príncipe y en compañía del eternamente presente César Portela y de la no menos siempre presente empresa Nexo, se contrató un proyecto llave en mano de construcción, proyecto "museológico" y "museográfico". Ni colección, ni proyecto, ni, sobre todo, equipo directivo y técnico dieron lugar al desastre actual.
Sin embargo pienso que el Verbum es recuperable, redactando un proyecto museológico serio y disponiendo un adecuado y cualificado equipo directivo y técnico. Con la apuesta por un neófito, solitario e indocumentado nuevo "director", realmente no se puede ir a ninguna parte. Con el convenio con la Universidad (realmente una chorrada), menos.
Con el Verbum podría hacerse un geriátrico. Éso, convertirlo en un geriátrico.
Tirarlo, tirarlo... Pero convertirlo en urinarios ¡no estaría nada mal!
Al sr. Príncipe ya le valió esta ocurrencia.
El Verbum puede ser reconvertido de un tinglado virtual (para mi los "museos" virtuales son una etapa que debe ser superada en plena "era internet") en un auténtico Museo, con su colección y con las labores que debe desarrollar una institución de este tipo: la conservación, la restauración, la investigación, la difusión cultural. El mundo de la palabra no es ajeno a elementos, a objetos, que pueden ser exhibidos. Sin ir más lejos, la interesantísima colección sobre las telecomunicaciones que se exhibía en el "museo" de la ETEA, se fue integramente a Ferrol y a Madrid, sin que los de Vigo (sus auténticos destinatarios) levantáramos la voz (sabemos que desde la ETEA se le propuso en su momento algo al Ayuntamiento pero Castrillo miró para otro lado). La palabra también es escritura, y sabemos de una extraordinaria colección de máquinas de escribir de un coleccionista privado de Vigo, espera que alguien dé un paso para ser convenientemente mostrada publicamente. La comunicación vinculada con las señales marítimas, desde las "buguinas" populares hasta los actuales sistemas de localización, seguro que encuentra objetos para conservar y mostrar en nuestra ciudad.... y así sucesivamente.
Pero primero, un buen proyecto museológico, un buen equipo, financiación, un buen montaje... y a hacer público!!
Es que en A Coruña hay ciudadanos y en Vigo campesinos de segunda generación: un pie en la fábrica y otro en la leira ¡ah!
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