El gran reto del milenio

La creciente oleada de inmigrantes africanos hacia las costas europeas pone en cuestión el modelo de desarrollo que viene disfrutando lo que damos en llamar 'primer mundo'. Los interrogantes comienzan a importunar el sueño de las grandes economías; la ansiedad nos impide disfrutar de los privilegios que no sin violencias y guerra tras guerra hemos ido acaparando en los últimos siglos.
La ONU debe repensar el modelo al que están sujetos los intercambios comerciales entre los pueblos. El alto grado de interdependencia alcanzado entre todas y cada una de las partes del planeta merece un tratamiento más equitativo.
El primer mundo sin petróleo, ciertos minerales, madera, y no pocos alimentos procedentes de enormes áreas subdesarrolladas no podría mantener su alto nivel de consumo. Las políticas económicas proteccionistas desbaratan la naturaleza democrática de los mercados.
De no reconsiderar la equidad de los intercambios comerciales y adecuarlos a valoraciones más justas, las navegaciones en cayuco hacia el primer mundo se incrementarán de tal modo que la ansiedad quebrará la placidez de nuestra insolidaridad. El aire y las aguas sí que reparten muy equitativamente por todo el planeta la contaminación de la frenética actividad del primer mundo. Así nadie quiere quedarse fuera de este 'paraíso' y vendrán y vendrán en cayuco, patera o en ala delta.
El drama de los grandes desplazamientos humanos en busca de una condiciones de vida minimamente soportables es hoy el gran reto al que todos nos enfrentamos.