IX ÉPOCA

26.8.06

A navalla de Ignacio Castro corta o lume


Polo seu interese reproducimos as reflexións de Ignacio Castro, pensador galego autoexiliado nos madriles, roubada directamente da súa paxina web. A fotografia é de Delmi Alvarez,e non ten nada que ver co autor, aínda que pensando ben semellase moitisimo a Tiago Louro.

¿A fuego pasado?
La Apoteosis de la cultura cutre

Es inevitable en estos días sentir vergüenza de ser gallego. Y esto no sólo por el apocalíptico incendio que nos rodea, sino también por lo que ese fuego generalizado vuelve a sacar a la superficie. La cultura media de esta Galicia actual ya era incendiaria mucho antes de que, en cada agosto, llegasen las llamas. El desprecio y la destrucción de la agricultura que, con la disculpa de la planificación europea, practican las sucesivas administraciones; la tala masiva del bosque autóctono, la plantación masiva de eucaliptos como vía de escape fácil; igual que las casas espantosas a medio terminar, la destrucción organizada de la arquitectura popular, los mamotretos oficiales reventando los lugares... En fin, hace mucho tiempo que están ahí todos los síntomas de que el gallego medio, con los políticos como su vanguardia natural, odia lo más propio, empezando por los bosques, los árboles y el verde que ha crecido solo y no rinde beneficios rápidos. El fuego indiscriminado sólo ha venido a poner la apoteosis final a todo este autodesprecio.

Por supuesto, además de costumbre ancestrales de quema -que siempre empiezan después de las cosechas de julio-, puede haber resentimientos de todo tipo. El resentimiento de los no contratados en las nuevas cuadrillas de lucha contra el fuego. El resentimiento de las facciones políticas que se han quedado fuera del nuevo reparto, cosa que también el anterior gobierno apuntó, en sentido diametralmente contrario. Y además los intereses madereros, inmobiliarios, pastoriles; los intereses de las nuevas empresas de reforestación, etc. Pero es un poco cutre toda esta sospecha de una trama. La idea de una mano negra, una conspiración política que dirigiese este terrorismo múltiple del fuego nos quita responsabilidad colectiva, diluye el carácter incendiario de nuestras estructuras mentales y económicas, que en muchos aspectos se han limitado a prolongar el franquismo.

Además, a un nivel meramente técnico, la teoría de la trama no explica esta absoluta impunidad, esta reaparición guerrillera de la quema incesante al lado mismo de las casas. Fuego impermeable además a la información, a las amenazas, al sufrimiento humano, a toda investigación judicial. Solamente la implicación de capas impenetrables de la población local, exiliada de las autopistas, explica que el monte pueda arder una y otra vez. Pensemos qué hemos hecho los que ahora nos quejamos para que sectores significativos de la población sean tan opacos como ese humo negro, desprecien su hábitat y decidan inmolarlo.

La costumbre campesina de convivir con el fuego aflora como un escándalo en esta esquizofrenia de postmodernidad y arcaísmo que es la Galicia actual. Posiblemente el humo denso flotando en el aire es el que enciende los instintos atávicos en los viejos campesinos habituados a quemar en estas fechas. Lo grave es que ahora esa vieja costumbre encuentra un reguero de pólvora en una maleza que llega hasta el confín del horizonte, hasta el borde mismo de las urbanizaciones lejanas.

Se comenta que este año el fuego llega hasta las casas. Pero es que las nuevas urbanizaciones -en las afueras de Vigo o de Santiago- se han metido en el monte, en un monte que lo inunda todo y está entregado a la maleza; sin población rural, sin caminos, sin campos de labor ni ganado que lo cruce. No podríamos esperar que los viejos campesinos que quedan, ahogados en sobrevivir, actúen gratuitamente de guardabosques de esta política decorativa, neo-urbana, que desprecia profundamente lo rural.

Eucalipto para hoy, fuego para mañana. La política agrícola y forestal ha sido aberrante, tercermundista, convirtiendo a Galicia entera en un polvorín. La entrada en Asturias y Galicia viniendo de Euskadi es sencillamente deprimente. Todo lo que podía ser una forma propia de vida está arrasado por la especulación pública y privada. En Galicia solamente conservamos como aisladas "casas rurales" aquello que en un país que no se odie a sí mismo, que no padezca un complejo de inferioridad auténticamente paleto, es la norma. No se encontrará en Carintia, en Suiza, en Sajonia una sola esquina donde las formas tradicionales de supervivencia no estén cuidadas al detalle. Y esto no para que los turistas las vean, sino para conservar una forma de vida natal sin la que ninguna cultura es nada.

Nada de esto es nuestro estilo, ni por la derecha ni por la izquierda, ni con boina ni con birrete. Aliada profundamente con cierta estupidez local, ex-labriega, la mayoría de la modernidad urbana gallega está sumergida en un odio hacia lo antiguo, sea piedra o madera, que explica este incendio que finalmente ha venido a cerrar el círculo de la destrucción.

Emigrante o no, el campesino renegado es una de las clases más peligrosas del mundo. Toda esa gente, nuevos ricos de las aldeas y de la política, odia sencillamente la tierra. Y es como si ahora, cuando los gallegos ya no quieren emigrar -a dónde, si Alemania ya parece estar aquí-, decidieran que emigre lo que fue su paisaje natal para que así el entorno se parezca al decorado kitsch con el que han soñado. Y el eucalipto recuerda aún demasiado a los árboles. Hace falta el fuego, para que todo se acabe pareciendo a un aeropuerto. ¿No es esto lo que quieren muchos modernos, jóvenes y no tan jóvenes?

Podemos sospechar, en dirección distinta, otro signo de este luminoso agosto cubierto por el humo, algo así como una venganza del campo profundo. Como si los viejos que se quedan en la aldea, abandonados por todos, dijeran: "Ustedes, que nos han arruinado, que nos han despreciado y nos desprecian, ¿se creen que van a gozar ahora de unas bonitas afueras para su solaz, mientras se bañan en las piscinas?". Hace tiempo ha sido decretada la extinción del campesinado -la política de subvenciones es eso- y es hasta cierto punto normal que esa Galicia profunda no se resigne a morir sin hacer un poco de ruido. De ahí un instinto de tierra quemada que cristaliza la venganza de los viejos sobre los jóvenes que han abandonado el lugar, de los campesinos que quedan sobre los señoritos -profesores, políticos y periodistas- que querrían estar tranquilos en Santiago, en Pontevedra y en las playas de Arousa. El fuego, en este aspecto, es un producto de una brutal modernización. ¿No es curioso que Lugo y Ourense, más rurales y menos "modernas", se mantengan hasta cierto punto al margen de esta quema?

No deja de haber una cierta hipocresía en este escándalo, pues mientras Galicia entera ardía por abajo, en los hornos de una planificación bárbara, nadie se preocupaba. El fuego de la política y la cultura cutres, el de la pasta fácil, siempre ha estado aquí. Lo que ahora nos angustia es su dimensión infernal y televisiva, que además deteriora la ansiada imagen turística del país. Pero esta preocupación terciaria y tardía olvida que el incendio tiene su origen en unas furia terciara que ha arrasado todo lo que sea primario en nuestro entorno, empezando por el abedul y el roble.

¿Esto les parece romántico, retrógado? Muy bien, quedémonos entonces con la otra vía, la de esta destrucción generalizada de lo elemental en un Estado de camareros, violentamente postmoderno. Entre la velocidad global y la quietud arcaizante no hay en Galicia mediación, esto es, una política rural coherente, digna. Éste es el terreno del fuego, que volverá una y otra vez a completar la política barata del desarraigo. ¿Se imaginan lo que pasaría en Almería o en Toledo si allí hubiera todavía tanto por quemar?


O Picón, 9 de agosto de 2006

19 comentarios:

Anónimo dixo...

Pues me temo que el siguiente párrafo no se comprende ni es nada revelador...

"Además, a un nivel meramente técnico, la teoría de la trama no explica esta absoluta impunidad, esta reaparición guerrillera de la quema incesante al lado mismo de las casas. Fuego impermeable además a la información, a las amenazas, al sufrimiento humano, a toda investigación judicial. Solamente la implicación de capas impenetrables de la población local, exiliada de las autopistas, explica que el monte pueda arder una y otra vez. Pensemos qué hemos hecho los que ahora nos quejamos para que sectores significativos de la población sean tan opacos como ese humo negro, desprecien su hábitat y decidan inmolarlo."

Diríase que el autor de estas líneas viviese en Marte o en el ahora degradado Plutón... Para explicar lo sucedido no creo que sea necesario hacer una tesis doctoral en antropología gallega... bastaría con echarle un vistazo al submarino de las Cíes!

Es curioso como en esta tierra de meigallos y santa compaña a TODO DIOS LE PARECE LA MAR DE NORMAL ENCONTRARSE UN SUBMARINO MADE IN FEITO NA CASA... justamente al terminar la PEOR ola de incendios PROVOCADOS jamás vivida en Galicia!

Simpáticos, muy simpáticos los gallegos... jejeje...!

Anónimo dixo...

fuck you, sandra!
non deixan de ser interesantes as ideas apuntadas por Ignacio Castro.

Tiago Louro dixo...

Ten un aire a min, certo, pero cando era novo

Ana Pintens dixo...

a verdade é que sí. Ten un aire a tí,pero en guapo. Por certo estimado T. Louro ,un especialista coma tí podía explicarnos a historia esta do lume.

Anónimo dixo...

POR FIN UN GALLEGO!!!!!!

Anónimo dixo...

Eso que dice I Castro es lo que sentimos muchísimos gallegos que vemos como poco a poco se destruye nuestra mejor Galicia por ignorancia, desidia, catetismo y avaricia

Anónimo dixo...

Paso el día en Caldas de Reis. Paseo por su alameda, su carballeira y hago la ruta del Umia.... Me asombro una y otra vez por la cantidad enorme de porquería que hay por todos sitios: botellas, papeles, bolsas,etc.... Es penoso como están nuestros pueblos y como violentamos nuestra maravillosa naturaleza

Anónimo dixo...

¿Hasta cuándo se sacará granito en la cantera de los montes de Coruxo? Aquellos montes están llenos de Castros y otros restos prehistóricos tienen gran valor paisagístico. Creo que se deberían respetar y no dar concesiones que destrozarían esos montes. Hay multitud de lugares ya degradados ¿por qué destrozar todo aquello?

Anónimo dixo...

digo: paisajístico...
Las vistas son maravillosas. Chandebrito está rodeado de grandes picos: Alba, Galiñeiro,...¿caerá alguno más?

Anónimo dixo...

La verdad es que es una verguenza ser gallego. Pudiendo ser de Marbella o de....¿?

http://www.lacoctelera.com/simio

Anónimo dixo...

Pues no es que uno quiera ser de otro lugar...aunque a veces tengamos que avergonzarnos de algunas cosas que ocurren por estos lares. Tenemos que mejorar bastante

Anónimo dixo...

Por cierto ¿alguien sabe que hace SOGAMA con los plásticos, las latas, las pilas, los papeles, etc... de la recogida selectiva?

Anónimo dixo...

No lo sé, pero me gustaría saberlo

Anónimo dixo...

Si no lo sabes, el anterior anónimo tampoco y yo lo desconozco, mucho me temo que no hagan nada; es decir, nada de lo que dicen que tendrían que hacer. ¿Sabes de algún organismo oficial o paraoficial que haga algo y no lo publique? O sea, que, como no nos han dicho lo que hacen, deberemos suponer que no tienen nada que decir.
Y, además, es que es así. La mayor parte del material que se ha separado en la recogida acaba en vertederos, volviendo a juntarse. Sólo se recicla una pequeña parte, me temo.

Anónimo dixo...

Pues es un tema de enjundia para investigar....Si después del coñazo que es meter cada cosa en su bolsa por separado, de tener la casa llena de bolsas con desperdicios y de pasearlos de vez en cuando hasta los contenedores correspondientes.... si después de eso juntan todo en el vertedero es para achicharrarlos a todos bien achicharrados meterlos en una bolsa y llevarlos al mismo sitio....

Anónimo dixo...

¿Solamente lo hacen porque es moderno y queda bien?

Anónimo dixo...

Probrecito nuestro medio ambiente....Si esto es cierto es lo que le faltaba.....

Anónimo dixo...

Galicia necesita un repaso de arriba a abajo en todo. Estamos a monte por eso cada poco aparecemos en los sucesos. Deprimente.
Nos falta educación y civismo. ¿Estarán nuestros políticos de la Xunta a la altura de las circunstancias?

Anónimo dixo...

¿Y dónde se puede investigar el asunto de las basuras?