IX ÉPOCA

16.10.08

Píntamelo de verde

Quería resistirme, pero es imposible hacerlo con lo que está cayendo. Hablemos de economía política, porque parece que en el ambiente no hay otra cosa.
Alguien se preguntaba, en un post anterior, qué dictadura es más injusta si la de los comunistas o la de los capitalistas. ¡Atame esa mosca por el rabo!
Trataré de echarle al asunto mera racionalidad, a la luz de lo que cualquiera puede percibir de cómo es esto.
Para empezar, habrá que decir que lo jodido del dilema es que no se trata de qué dictadura es más injusta, sino cuál es más eficiente.
En estos términos está planteada la cuestión porque, por definición, una dictadura es la imposición de una forma de ver el tinglado, mientras que, en puridad, una democracia es un sistema en el que, acertada o equivocadamente, vamos dando tumbos con cargo a los ciudadanos.
El éxito temporal de las dictaduras es que siempre habrá quienes piensen que alguien tiene que tomar las decisiones y, si se corresponden con sus esquemas, las apoyará, hasta que el dictador decide que es él quien manda y aquellos en los que se apoyó comienzan a pensar que, tal y como la han dejado, la democracia formal es más rentable.
Lo malo de una democracia es que no sé por donde anda, porque últimamente lo que hemos dado en llamar democracia tiene un tufo a oligocracia que apetrena; la libertad sigue empantanada y con la pregunta de Lenin, "Libertad para qué", sin responder a satisfacción.
Lo que sí me parece claro es que, dictatorial o democrático, el capitalismo ha demostrado su incapacidad para arreglarnos la existencia a satisfacción de la mayoría.
Ayer mismo, en un debate de los que inundan las recepciones catódicas, alguien decía con un deje de sorna intencionado: "Ahora resulta que vamos a dejar la banca en manos de los políticos". Lo decía a propósito de que a la palestra había saltado la cuestión esa de quien vigila al vigilante y preconizaba la entrada del Estado en los consejos de administración de los bancos que se beneficiarían del "rescate" con dinero público.
Juro por San Pancracio ( que dicen que es el que trae el dinero) que se me saltaron todas las bisagras que suelo utilizar para abordar las fintas ideológicas. La frase se decía desde esa derecha que sufre erecciones capilares cuando se habla del Estado. Lo primero que se me ocurrió es lo mismo que se le ocurre a cualquiera que se pare a pensar: posiblemente será chungo eso de que los bancos se queden en manos de los políticos, pero es seguro que estando en manos de los banqueros salimos escaldados. ¿O no?
A ver si nos aclaramos, señores y señoras; ya sé que zapatero a tus zapatos, pero lo que han demostrado hasta ahora los "eficientes" banqueros es que, si seguimos confiando en ellos, acabaremos por pagarles las juergas en Bora-Bora o en las Seychelles para no caer en las pérfidas e inexpertas manos de los políticos.
Mire usted (que diría uno de esos políticos), tal y como están las cosas, los políticos tienen por demostrar que llevarán mal el sistema financiero; los banqueros, ya lo han demostrado, en el 29, o en el 86, o en el 91 (no sé si cito bien las fechas de los "lunes negros" de las últimas décadas). Han demostrado que si les dejamos el dinero se lo gastan en francachelas y luego nos piden más para que no se hunda la economía.
Pero si los que rigen el sistema financiero globalizado llevan más de dos siglos hundiendo la economía cada 30 o 50 años... Como para que les demos más dinero con el que pagar menos a los que cobran por trabajar, empleando el eficacísimo sistema de hacer muchos parados para que se anden con menos remilgos a la hora de aceptar sueldos de miseria.
Son los que andan escandalizándose por la amenaza del crecimiento del desempleo, que han permitido con su "confianza" en el sistema financiero, los que se aprovecharán de que crezca la "famélica legión". Porque tanto estado del bienestar, tanta socialdemocracia, lo que ha hecho es que los trabajadores se apoltronen creyéndose que van a poder seguir mejorando sus condiciones de vida indefinidamente, y hay que darles una pequeña sacudida para desentumecerlos.
¿Que usted pretende tener un trabajo para toda la vida?, ¿que con su esfuerzo va usted a vivir mejor cada año? Está usted de coña. Para ese tipo de fantasías tiene el sistema fórmulas dialécticas para dar y tomar. Y es que, claro, todos quieren ganar más y, así, los que pagan acabarán por ganar menos. Y ¿sabe usted a como está el beluga en la plaza?, ¿y el Ferrari? No, mire usted; para que pueda pagarle un salario, tengo que cuidarme muy mucho de que este año yo gane mucho más que el anterior, porque en caso contrario nadie me va a fiar, no me van a descontar en los bancos ni me van a dejar un dinero que es de usted para que yo pueda seguir jurando que se lo devolveré. Y, si no puedo devolvérselo, usted se va a la calle, porque esto quiebra, y yo me voy a Suiza, a repasar las cuentas (las corrientes y cifradas, no las del rosario). Y, para cuando con su dinero se haya solventado el problema, ya me saldrá más barato volver a contratarlo, o no, que me va a sobrar peña para currar por lo que sea, hombre de dios.
Eso es, más o menos exactamente, lo que se entiende por los ciclos del sistema. O sea, un ciclo expansivo, en el que se acumula el capital como consecuencia de una producción a todo trapo, seguido de un ciclo depresivo, en el que se exprime el trabajo como consecuencia de que ya se produjo de más en el ciclo anterior.
La única conclusión razonable es que el capitalismo es un sistema intrínsecamente perverso. Que no hayamos dado con otro más eficiente no significa que sea bueno para todos, aunque lo sea para algunos.
¡Píntamelo de verde!, fue la respuesta de aquel a quien el Diablo retó a pedirle algo que no pudiera hacer, despues de tirarse un pedo. Pues eso.

3 comentarios:

Anónimo dixo...

La solución a cucharadas.

Lo cierto es que la degradación política puede hacerse más perniciosa y duradera.
Ya lo sospechaba Karlos Marx con sus visualizaciones ideológicas, se permitía este señor denunciar la profundidad y las ramificaciones del Capitalismo.
Será posible que los sindicatos tengan tan poca instrucción académica marxista para no estar preparados para enfrentar este tipo de sacudidas.
Es muy triste ver estos días a las cúpulas sindicales compartir mesa y mantel con los responsables de la “CRISIS”.
Por supuesto, no todo “va a las mil maravillas en el mejor de los mundos posibles”.
Fuerzas “oscuras” entran en juego y ponen el mundo en peligro.
Señores de la “izquierda” en que lugar del planeta buscan ustedes el mal; cuando tienen en casa sus referentes.
No permitamos que los sindicatos se conviertan en caricaturas grotescas o manifestaciones folklóricas.
Los orígenes del sindicalismo es la lucha contra las injusticias y por el socialismo democrático.
También tenemos la lucha contra la corrupción, la impunidad y la prepotencia.

OS PEIXES A ARDER.

Marcos Andión dixo...

Sólo una reflexión:
Yo me apuntaría, pero... lo mejor es enemigo de lo bueno.

Anónimo dixo...

Voltaire, non está mal o programa de transición. Nin é ningunha utopía (utopía é este sistema. Pero haberá que dispoñer de bos mecanismos coercitivos para aqueles que se opoñan. A iso se refería Marx co pouco afortunado, e pior interpretado, termo da dictadura do proletariado: democracia (se adxectivos, isto é o concepto democrático-burgués)para a maioría da poboación, represión para os que en defensa dos vellos intereses de clase, se opoñan á desmontaxe dos mecanismos do capitalismo.