IX ÉPOCA

9.7.08

Lawn tennis

El fantástico partido entre Roger Federer y Rafael Nadal, que aún colea en las secciones de deportes de los periódicos, me dio por recordar algunas de las anécdotas de este deporte que comencé a ver cuando la televisión era única, en blanco y negro y por aquí ya se conocía de oídas a un tal Manolo Santana, quien creo que visitó Vigo alguna vez para participar en torneos que organizaba el Club de Campo.
Para empezar, diré que Nadal le hizo a Federer lo mismito que años ante le había hecho John MacEnroe ("¡Bromea o qué!") al por entonces imbatible sueco Björn Borg: impedir que ganase su sexto Wimbledon consecutivo. A partir de ahí, ya saben... También debo decir que el Nadal-Federer no fue el partido más largo de la historia de Wimbledon, como explicaré más adelante. Pero, vamos a lo de las anécdotas:
Comenzaba la era "open", tras una dura pugna entre lo que se conocía como "amateurismo marrón" y el profesionalismo. Finalizaba la década de "los 60" y en las competiciones de "lawn tennis" (que así comenzó llamándose este deporte) había dos categorías: aficionados y profesionales. Los primeros eran los únicos que podían jugar la "Davis cup", que se suponía reservada para quienes no formaban parte del llamado "circo Kramer", que reunía a los jugadores contratados por Jack Kramer para jugar torneos en los que el premio en dinero era abiertamente admitido. Frente a ellos, la hipocresía de que jugadores como John Newcombe, Roy Emerson, Manuel Santana o Dennis Ralston no cobraban por jugar había dado lugar al mencionado "amateurismo marrón".
El primer partido de aquel torneo "open" de 1969 enfrentaba a un veterano profesional, Pancho González, con un joven "amateur", Charlie Passarell. El resultado fue el partido más largo de la historia y que daría paso a la invención del "tie break" o "muerte súbita".
González tenía 41 años y Passarell 25. El partido duró ¡dos días!, porque los dos tenistas se negaban a darse por vencidos y cada set aún había que ganarlo por dos juegos de diferencia. Atención al resultado: 22-24, 1-6, 16-14, 6-3, 11-9. Ganó el "viejo", después de remontar los dos primeros sets que ganó el "joven", tras 5 horas y 12 minutos de juego.
Alguien, entonces, se percató de que la posibilidad de que un partido no se acabase nunca era más que real. Y se inventó lo del "tie break", "muerte súbita" o "jeu decisif", según se dijera en inglés, castellano o francés. En 1970 se generalizó esta regla.
El anecdotario de Winbledon, más allá de los elogios que provocó el enfrentamiento Federer-Nadal, da para todo.
El primer español que ganó el trofeo fue Manuel Santana, en 1966. Cuando la duquesa de Kent le entregó el trofeo, Santana cayó en un error protocolario, víctima posiblemente de la "cortesía" caballeresca de besar la mano de una dama. Pero el protocolo obligó a la duquesa a retirársela, porque lo estipulado era, simplemente, una breve inclinación de cabeza. Al igual que en el caso de Nadal y su naturalidad saltándose el protocolo y la estructura del All English Club para saludar a los príncipes de Asturias, la prensa de la época señaló amablemente el gazapo de aquel "caballero español".
Pero al año siguiente, y de acuerdo con la costumbre, el partido inaugural del torneo de Wimbledon se disputaba entre un novato y el último ganador. El norteamericano Charles Passarell, que dos años después protagonizaría el inacabable encuentro con Pancho González, se encargó de eliminar a las primeras de cambio al poseedor del título.
A pesar de estar hablando de Wimbledon, no me resisto a narrar algunas otras anécdotas de este mundo de la raqueta. Fue en Roland Garros y se enfrentaban en la final el gran Ivan Lendl y el pequeño (en todos los sentidos: tenía 17 años) Michael Chang, un chino-norteamericano, que acabaría venciendo y siendo el más joven ganador de ese torneo.
Nunca podré olvidar la "astucia" del chino. Caracterizado por su potente servicio (empezaba la era de los "cañoneros"), Chang disputaba un punto decisivo (ganaba por 4-3 en el 5º set y servía para el 5-3) y Lendl esperaba su cañonazo al fondo de la pista. Ante el asombro general, el chino hizo un saque inverosímil ¡por debajo del brazo!, o lo que por aquí se llamaba "de sobaquillo", y se consideraba propio de principiantes. Ganó el punto, obligando a Lendl a correr como un loco para llegar en condiciones a la "inocente" bola, y el partido. Fascinante, más aún porque encontré un video de la "jugada". Podeis disfrutar de esta genialidad del chaval.
En 1965, el equipo español de Copa Davis se enfrentaba con el potentísimo de EE.UU., que traía en sus filas al por entonces nº 1 del tenis "aficionado", Denis Ralston, y llegaba a Barcelona en plan de asistir a un mero trámite frente a aquellos Manuel Santana, Joan Gisbert, José Luis Arilla y Juan Manuel Couder. El último partido debía enfrentar a Santana con Ralston, pero ya España ganaba por 4-0, y Manolo decidió "lesionarse". Fue sustituido por J.M. Couder, un jugador de los de antes, cetrino y con su bigotito facha en ristre, que hacía posturitas muy ortodoxas y lo devolvía todo.
Ralston, un rubio americano, altanero y más desagradable que un resfriado en verano, acabó desesperado en el primer set, que perdió por 6-4, sin encontrar la forma de mandarle una pelota a Couder y que éste no se la devolviese envuelta en unos efectos incomprensibles para el yanky, volviéndolo loco a base de dejadas y globos (entonces aún se decía "lobs", "passing shot", "net"). Al final ganó Ralston, 4-6, 6.4, 6-3, 6-3, totalmente desquiciado por aquel muro con bigotito, y los norteamericanos se fueron para casa con el rabo entre las piernas. Al año siguiente, Ralston podría medirse con Santana: mal momento, porque Manolo aprovechó aquella final contra el norteamericano para ganar su título de Wimbledon. ¡Marditoz roedorez! debió decir el rubio al contemplar aquella sonrisa cargada de piños que exhibía Manolo Santana.
Diez años después, Joan Gisbert protagonizaría una de las remontadas más épicas, en una final inter-zonas de la Copa Davis, frente al ruso Alexander Metreveli. Gisbert perdía por 2 sets a 0 y Metreveli disponía, en el 3º set de punto de partido ("match point", se decía entonces) con su servicio. Me dispuse a ver el final del encuentro. Imposible: Gisbert acabó ganando después de levantar ¡SIETE match points! Vi aquel partido en la televisión de un bar próximo a la calle Areal (entonces Arenal), donde entré a tomar una caña y por poco me emborracho porque no había forma de ganarle a aquel pesado sin consumir los 5 sets, ni casi nunca ganaba él en menos parciales.
En fin, que me apetecía contar todo esto, por si os ilustra y/u os divierte.

11 comentarios:

Anónimo dixo...
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Anónimo dixo...

Machiño, duas cousas, xa tes anos i eres de familia de "pelas", pois en Vigo, ó deporte rei, é fútbol.

Marcos Andión dixo...

Otras dos cosas: no tienes muchos (ni años ni curiosidad,)y para tener tele, o ir a verla al bar, no se necesitaban (tampoco entonces) muchas pelas.
De todas formas, lo que evidencias es una agudeza fuera de lo común para darte cuenta de que ya podía ser un jovencito en 1975. Para ese viaje no se necesitan alforjas, colega, porque si quisiera aparentar otra edad podía evitar decir que había visto aquel partido, o que cuando veía la tele era en blanco y negro.
¿Se te ocurre alguna otra ingeniosidad, o lo dicho es todo lo que te sugiere el post?
Ánimo, que si tienes suerte podrás decirle algo de hoy a los más jóvenes cuando tu ya no lo seas tanto.

Anónimo dixo...

Muy interesante Marcos.

Anónimo dixo...

Como se tes pelas, parabens se che sobran. Interesantes historias

Por certo, non sería a calle Felipe Sánchez, e, non arenal

Saudos, seguide dando a vara, xente do blog

Anónimo dixo...

O de "seguide dando a vara" ten que interpretarse como algo positivo, que a linguaxe escrita, sen esa entonación da oral, pode quedar moi ambigua e interpretarse de xeito contrario, por certo.
O demo carga os textos, como as armas

Marcos Andión dixo...

Efectivamente, Xos, era Felipe Sánchez. Lo que son las cosas estas del alemán y cierta precipitación.
No hay problema, a mi me gusta que me digan que doy la vara (expresión que suelo utilizar en el sentido que tu explicas).
Por otra parte, lo de las pelas resulta absolutamente deprimente, porque el amigo Anónimo que hace el alarde deductivo parece ser de los que piensan que la ignorancia y la falta de curiosidad tienen que ser patrimonio de los pobres; y que si te gusta el tenis tienes que ser de "familia de pelas", porque el "deporte popular" es el futbol.
Entonces, un par de recordatorios: Manuel Santana era recogepelotas en Puerta de Hierro (creo), en Madrid, y sacaba unos durillos de propinas de los socios del club en el que trabajaba. Y no sólo veía tenis, sino que lo practicó y ganó mucho más dinero con él.
Severiano Ballesteros también comenzó como cadi, cargando con los palos de los socios en el club de golf de Pedreña.
¡Qué le vamos a hacer!

Anónimo dixo...

Dá gusto como nos sitúas na nosa persoal historia do tenis co teu comentario. Ogallá te prodigues máis escribindo, Marcos, aínda que non sexa, como nesta ocasión, con cousas estrictamente de Vigo.
Saúdos e ánimo con Vigoblog.

Anónimo dixo...

Machiño, perdoa, sou galego, teño retranca i habia que escomenzar dicindo algo, sinon naide se decide, por outra banda ó meu deporte, eran os cubatas, no Piccolo, Tony·S,Master,Gales, etc. etc.

Anónimo dixo...

Marcos, el Nadal-Federer del domingo no fue el partido más largo de la historia de Wimbledon, pero sí la final más larga.
Otra cosa, el chino Chang no era un ni mucho menos un "cañonero" como tu dices, sino alguien que tenía un sentido de la colocación y de la anticipación increíble, lo que añadido a la velocidad con que se movía en la pista lo hacían un rival temible en cualquier superficie. Si hubiese tenido un buen servicio estilo Becker, habría ganado el doble de torneos.
Y por cierto, aquel saque de sobaquín que le hizo a Lendl fue más producto de su propio cansancio que de la astucia, y además supo perfectamente que ese gesto sacaría de quicio a un Lendl que ya no sabía dónde ponérsela al chinito.
Buen artículo, parabéns.
Fernando

Marcos Andión dixo...

Efectivamente, Fernando, Chang no era un cañonero, pero en la duda lo deduje así. Son cosas de la memoria que es muy traicionera y me decía algo así como lo que dije, porque venía "como anillo al pelo" :-).
En lo del saque "de sobaquillo", yo me inclino a pensar que fue una genialidad, más que resultado del cansancio, observando como cambia su postura inicial. En todo caso, gracias por la aclaración, que para eso estamos.
Salud.