IX ÉPOCA

13.7.08

¡Usted no sabe con quien está hablando, oiga!

¡Bueno, bueno, bueno! Incluso en plena calle son capaces de hacer "visualizar" hasta qué punto su ignorancia o su perversa concepción de la política resultan patentes. Lo que narraré a continuación podrían confirmarlo quienes en ese momento pasaban por la calle del Príncipe. Con más o menos precisión, los hechos se sucedieron como sigue:
Una ONG monta en plena calle del Príncipe una mesa para recabar lo que sea, que para el caso es lo de menos. Un agente de la Policía Municipal, cumpliendo con su obligación y con los mejores modales del mundo, requiere a los instaladores el pertinente permiso para ocupar la vía pública. Los interpelados contestan, deduzco, que no disponen de tal documento pero que tienen "permiso verbal". El agente insiste en que su obligación es, en ese momento, conminarlos a desmontar el puesto, aunque muy a pesar suyo. Para asegurarse de lo correcto de su proceder, el agente tira de "mancontro" y comunica con sus superiores quienes, al parecer, confirman lo correcto de la decisión de aquel, por lo que vuelve a insistir en la retirada de la instalación de la vía pública.
El caso es que, como por ensalmo (no sé si ya estaba allí), aparece la concejala del BNG vigués María Méndez que se encara con el agente, con una variante del clásico "no sabe usted con quien está hablando", conminándolo a obedecerla. Muy en su papel, el requerido por tan irregular exigencia solicita de la mencionada concejala la identificación pertinente, obteniendo como única respuesta una escandalera del tipo "¡se va usted a enterar!", y otras lindezas en esa línea.
Para cualquier observador poco alertado de cómo nos las gastamos por aquí, lo que allí estaba ocurriendo podría interpretarse como una vulgar trifulca en la que una airada ciudadana se encaraba con un agente de la autoridad armado de más paciencia que el santo Job (aunque parezca mentira, los hay), y que se debatía entre mandar a freír espárragos a la autoproclamada concejala y seguir las instrucciones de sus superiores.
Hasta aquí los hechos perceptibles en plena vía pública, con los supuestos mencionados, que, para la mentalidad del Teniente Domínguez y su alegre muchachada, pueden ser incluso suficientes como para pedir, como mínimo, la dimisión de Calviño por permitir la existencia de policías profesionales en el cuerpo y por inmiscuirse en las áreas de gobierno del BNG.
Pero lo verdaderamente relevante de este tipo de comportamientos es que ponen en evidencia una perversa forma de ostentar la representación que los ciudadanos han decidido. Cuando hablaba de ignorancia o malicia, me refería a esa constante que venimos padeciendo de que el principio de legalidad está sometido al de autoridad política.
Ese mismo tipo de argumentos se usaron para defender la impresentable concesión de la ilegal licencia para lo de Finca do Conde y bastantes más, "visualizando" la ignorancia de que las actuaciones de cualquier representante están sometidas al imperio de la ley.
Supongo (bueno, así lo creo) que esta perversión afecta a todos más o menos por igual, pero en este caso se hace patente que el BNG (supongo que el rifirrafe habrá llegado a los oídos de Santidomínguez para hacer más efectiva la palanca) o no ha sabido imbuir del principio de legalidad a sus concejales o cree que puede pasárselo por el arco de triunfo según convenga.
Ellos son los reyes del aire, y su palabra es la ley; están por encima de las ordenanzas municipales, por encima del trabajo responsable de los funcionarios y, desde luego, por encima de la voluntad que los ha aupado al cargo.
Y no es de extrañar que, en algunas mentes de probada debilidad racional, tal concepto de la política se haya instalado como un axioma. Después de todo, qué puede preocupar a quienes siguen ganando poder mientras no dejan de perder votos.
Tal y como yo lo veo, parece que en el BNG (y no sólo en el de Vigo) únicamente tiene cabida el discurso más patatero del poder. Algo así como "si tenemos poder, podemos". Y lo llevan a extremos intolerables, destrozando cualquier atisbo de legalidad tanto en sus comportamientos públicos como en la telaraña que están creando para relacionarse con el funcionariado.
Instalados (como los del PSOE vigués, no nos engañemos) en esa perversa concepción del poder político, han desmantelado cualquier posibilidad de que los principios de mérito y capacidad, por ejemplo, nos permitan disponer de funcionarios realmente capacitados para las funciones que justifican su existencia.
Y, así, siguiendo sendas abiertas por sus antecesores (unos más que otros), están diseñando departamentos municipales a su medida, promocionando a cualquiera que sea militante disciplinado, con absoluto desprecio de las capacidades que se requieren para muchos de los puestos que están cubriendo con palanganeros y asesores de toda laya y desconocido mérito (incapacidad, como en la mili, se les supone).
El resultado es que, aunque sigan negando las evidencias, se organizan traslados de puestos, se llevan a cabo promociones y postraciones en las que él único mérito requerible es "ser del rollo" y así, como cuando recurrían a los "externos", lograr rodearse de fieles por incapaces y/o indocumentados que hayan demostrado ser.
Lo evidente, lo que "visualizamos", es que personajes como los que en muchos casos nos toca padecer por haberlos votado (aunque cada vez menos) pretenden que las instituciones públicas son algo así como el Palacio de Invierno, el cual, una vez asaltado, pasa a pertenecerles. Lo que estamos "visualizando" es que no parecen estar ahí para servirnos sino para servirse; que, una vez llegados, su voluntad es el único banderín de enganche, y a nosotros que nos den "por retambufa"; que el interés del partido es superior al de la sociedad que les paga, porque el partido lo es todo, cualquier cosa que permita mantener el castillo incólume es admisible, y la sociedad tiene que plegarse a ello.
Están equivocados, pero tienen interiorizado eso de que cuatro años dan para que los ciudadanos, reducidos a la condición de votantes, olviden los desafueros cometidos, mientras confían en que volverán al machito sólo con agitar el fantasma de los otros, de los malos, de los que "non son coma nos".
No lo olvidaremos, mientras les recordamos que "el ojo que ves no es ojo porque tu lo veas; es ojo porque te ve".

2 comentarios:

Anónimo dixo...

Pocas denuncias hay ¿?.La sociedad entera es culpable de estos comportamientos ya que no exige cuentas.

Vigoblog dixo...

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