Corrupbella, que algo queda

Llegados a este punto, la Comisión Permanente de la Célula de Asuntos Propios de VIGOBLOG ha tenido a bien encomendarme, otra vez, la elaboración del Sermón al uso, incluyendo ciertas reflexiones sobre la corrupción, Marbella, los externos, el honrado gremio de comisionistas, y el asunto ese de las barbas del vecino y el remojo de las propias. Y, en cumplimiento del tan difícil encargo les diré: ¡No me asusta el acertijo!
Con el caso marbellí se han disparado todas las alarmas:
--Pero si de eso hay por todas partes...
--Pues que se diga.
--Pero faltan las pruebas.
--¿Faltan?
Bien, retomemos el asunto, que tiene chicha. Que por aquí hay corrupción es la única forma inteligente de entender por qué unos informes internos son menos relevantes que los externos. Pongamos el caso del PXOM, que cuenta con tantos informes negativos que ni siquiera se han atrevido a decir cuáles son los positivos.
Aprovechemos para decir, también, que el propio sistema protege a la corrupción y a los corruptos, al considerar tan penalizable al corruptor como al corrompido: así no hay quien denuncie. También requiere el sistema que se promuevan actos jurídicos en la vía penal, porque mientras los desafueros se cometan en el ámbito administrativo, tendrán que toparse con el famoso "muro contencioso", verdadero valladar casi infranqueable para la justicia, que no es tal justicia si es lenta, como dice el aforismo. La "ventaja" del recurso contencioso-administrativo es que dilata la solución varios años y, de no transitar hacia la vía penal (que prácticamente nunca lo hace), los responsables suelen salirse de rositas.
En esto de la corrupción habría que andarse como en lo de los controles anti dopaje en el deporte: como la mayoría de las drogas usadas no se detectan, los análisis se dirigen contra esas sustancias que sirven para ocultar los rastros de las prohibidas. O sea, que habría que introducir en el sistema jurídico la persecución de la ocultación como indicio que pueda demostrar la existencia de lo ocultado.
Podríamos decir, sin riesgo elevado de equivocación, que los encargos de informes técnicos ajenos a los servicios de la propia Administración (los de los famosos externos) no tienen más finalidad que la de ocultar comportamientos presumiblemente corruptos y proteger a los responsables políticos de futuras actuaciones legales contra sus decisiones. Pero habría que decir, también, que ignorar los informes internos tendría que estar penalizado y ser fácilmente perseguible, so pena de que se instale la sospecha de que los legisladores y/o los ejecutivos no afinan mucho o están, potencialmente, en el ajo.
En todo caso, el asunto marbellí ha puesto de manifiesto que el equipo de VIGOBLOG ya había advertido de por dónde iban los tiros, como cualquiera puede comprobar eligiendo algunos de los enlaces siguientes, que le remitirán a comentarios publicados aquí mismo:

Ventura Pérez Mariño, acoso y derribo
Así nos mueven esto
Manifesto de apoio a Rafael Ojea
Firmones para el Auditorio
Imaginación contable para el Auditorio
Fuera inútiles del Ayuntamiento
Mentirosos
A los tribunales
Externos

El caso es que, como además de predicar hay que dar trigo, por aquí nos estamos moviendo en ese ámbito de investigar las sustancias ocultadoras del dopaje, para darles aire cuando las tengamos completitas. De momento, las reflexiones que, burla burlando, nos vamos haciendo, esperamos que puedan servir para la concienciación ciudadana, para vigilar algo más de cerca las actuaciones de quienes tiene únicamente la obligación de administrarnos lo nuestro, y para ponerles difícil que, por incapacidad, desidia, malicia o simple despiste, hagan lo que no deben hacer.
Claro que esa debería ser tarea de los medios de comunicación convencionales, que disponen de mayor capacidad que la de unos cuantos francotiradores, pero... Nosotros no exhibimos más credenciales que las de decir cosas lógicas y verosímiles, ni admitimos más intencion que la de dificultar, en la medida de lo posible, que sigan ocultándonos cosas que todos los ciudadanos tienen derecho a saber.
De todas formas, sería importante que tuviesen algo más de cuidado a la hora de mentirnos, porque si que te mientan es duro, que lo hagan de una forma tan burda es insultante. Y a nosotros nos gusta muy poco que nos insulten, aunque tengamos que aceptarlo como parte del precio que se ha de pagar por la condición de ciudadano soberano en un sistema de libertades, entre las que cabe destacar la de expresión.
En resumidas cuentas, que los inexplicables traslados de funcionarios (como el del jurídico de Marbella que levantó la liebre, sólo por defender su obligación de decir verdad y fue "neutralizado" por redactar informes contrarios a la voluntad presuntamente prevaricadora de sus superiores políticos), los encargos de dictámenes convenientes a "externos", y el tufillo que desprende que tales maniobras anden siempre por los vericuetos de la construcción, el urbanismo y la prestación de servicios públicos, tienen todos los boletos para la rifa de los "enjuagues".