Peloteando ruinas

¿Será posible? Al bueno del teniente y al bueno del subteniente se la sudan nuestros intereses. Ellos, que se han convertido en los reyes del aire, a lo suyo, a favorecer a sus amigos (y cabe suponer que a ellos mismos también) a base de comprarles ruinas por una pastizara a cuenta de nuestros dineros.
Son una tropa con uno de los niveles de inteligencia más baratos de los que se expenden en las fábricas de cerebros: mientras alardean de honestidad, de velar por lo nuestro, de administrar nuestro dinero para favorecernos, se gastan el dinero que no es suyo pagando a diez veces su valor real ruinas que tenían la obligación de haber expropiado.
En toda tierra de garbanzos ésto habría sido considerado un episodio clásico de corrupción. Y, de entrada, les digo que ni me he molestado en buscar la relación entre los propietarios de la casa del Patín (no se pierdan los comentarios de la noticia en Faro) y quienes han decidido su compra, pero lo dejo para sus propias prospecciones al respecto. En lo que a mi concierne, esto se parece como un huevo a otro al asuntillo aquel de la Pinacoteca, inaugurada sin terminar para que el evento entrase en plazo, con el que Santidomínguez y sus consejeros áulicos regalaron a Pancho Janeiro y a Pancho Vázquez un millón de nuestros euros, con toda la faz.
Me fascina comprobar cómo siguen convencidos de que nos convencen. Si no fuera patético, el espectáculo daría para partirse el culo de risa.
Allá quienes prefieran seguir ofuscados y creerse más las mentiras que les dicen que las realidades comprobables que les hemos venido ofreciendo.
Si me vienen las ganas (que últimamente me tienen bastante desanimado estos chicos), prometo bajar de nuevo a las cloacas municipales por si pillo alguna otra rata.
Ah, se me olvidaba: aquí no hay despistados, ni ignorantes de la cosa, ni inocentes, ni farrapos de gaitas; todos (PP, BNG y PSOE con el Caballero al frente) son, como mínimo, colaboradores necesarios en este y los otros desafueros; o sea, cómplices.