El pelotazo (resumen apresurado)

Corría el mes de julio de 2009 y el concejal titular de la única tenencia de alcaldía (antes había más, pero el bipartito es sólo cosa de dos), Santiago Domínguez Olveira, proclamaba a los cuatro vientos que el departamento de Patrimonio Histórico se había comprado un pazo en la calle Abeleira Menéndez, con nuestro dinero, para albergar los cuadros que no caben en el otro pazo de Castrelos. Nos dijo que se había gastado 1.850.000 euros en la operación.
Pasaron los meses, llovió, hizo sus días de calor, se levantaron las nieblas de agosto, pasó la vendimia y, ya con el otoño encima, la Junta de Gobierno es informada, en octubre, de que Patrimonio Histórico anda buscando un edificio con determinadas características en el Casco Vello (feudo del partito bis que representa Santi). Dosio Álvarez, concejal de la cosa, presenta entonces un informe según el cual por mucho que buscaron sólo encontraron un edificio que cupliese las exigencias requeridas por una Pinacoteca que se preciara de tal y proponía su compra. Para que la cosa cuadrase resulta que se necesitaba algo más de espacio y, mira tú por donde, justo al lado del pazo había otros dos edificios. Que los tres hubiesen sido comprados por la empresa Zinnia nada tiene que ver con el asunto. Seguía siendo octubre y julio quedaba ya tres meses atrás, pero parece que ningún miembro de la Junta de Gobierno cayó en la cuenta de que se estaba tramitando una compra que el propio Santidomínguez dijo que se había hecho tres meses antes. Menudencias. Y, hala, a tramitar, que Abel Caballero es un idem y no se va a meter en nuestro territorio.
En esto, el puñetero hobbit que tenemos contratado como topo cayó enla cuenta de que los dos millones de euros que el propio concello admitía como valor de aquellos edificios eran mucha pasta, más aún con los tiempos que corren. Se puso a echar cuentas y le salieron un montón de números, que iban bailando según se manifestaban los interesados. Que si 1,85 millones; que si "preto de dous millóns", que si 1,7 millones. Que si tantos metros cuadrados, que si tantos otros, que si patatín que si patatán.
Total, que echando cuentas le salía un precio desmesurado: algo así como unos 1.500 euros por metro cuadrado construido, como mínimo, para una propiedad que el propio PEPRI del casco Vello, elaborado por la "amiga" Consultora Galega de Daniel Pino y Dosio Álvarez en la sombra, decía que aquello no valía más de 196.000 euros.
Hagamos ahora un flashback, como en el pueblo de "Amanece que no es poco", y retrocedamos al año 2003, que es cuando Zinnia compró los edificios en cuestión, al parecer para construirse allí algo así como un hotelito con encanto. Por esas fechas ya estaba en marcha la elaboración del PEPRI del Casco Vello, que incluía el edificio en una llamada Zona de Expropiación, según la cual, el propietario tendría que poner el edificio en condiciones de habitabilidad antes de 18 meses.
Pero resulta que la tal empresa Zinnia tiene, entre otros, como apoderado (y firmante de la compraventa) a un tal Francisco Vázquez, que resulta ser socio de un tal Francisco Pérez Janeiro, que, casualidades de la vida, es asesor técnico del mismísimo Santidomínguez.
Y, hecho público el asunto por el puñetero topo-hobbit, tercia Dosio Álvarez para asegurar que el tal Pérez Janeiro ya había dejado de cobrar de nuestro dinero en 2007. Pero tampoco parece andar muy bien de memoria, porque Francisco Pérez Janeiro aparece citado en la prensa como único representante municipal, en calidad de asesor técnico del teniente de alcalde, en un acto público en pleno 2008. Otra mentira, ¿por qué?
La reconstrucción del tinglado es de cajón: disponiendo de la información privilegiada del Estudio Económico del PEPRI, agentes de Zinnia convencen fácilmente al propietario de los inmuebles de que el ayuntamiento podría expropiarle la ruina que tenía por menos de 200.000 euros y que podía darse con un canto en los dientes si se lo vendía a su empresa por 500.000.
Luego viene lo de alegar, en la fase correspondiente de la tramitación del Plan, para que la propiedad comprada fuese excluida de la zona calificada como Área de Expropiación (AE). La alegación es desestimada, pero por arte de magia el edificio pasa a incluirse en otra figura de protección denominada Área Dotacional (AD), tras cambiar de nombre la AE para llamarla Área de Expropiación Preferente (AEP), dándose el paradójico caso de que se niega el cambio de zona pero a la hora de la aprobación definitiva el PEPRI le señala otra mucho más conveniente. Esto era ya por el año 2007.
Y ¿qué aspecto tiene esto de que un socio de su asesor técnico, un ex delegado de Vivenda, Dosio Álvarez, dependiente de la Dirección Xeral da Vivenda e o Solo cuya titularidad ostentaba el que fuera responsable de Consultora Galega, Daniel Pino, decida que se compre una propiedad de aquel por muchísimo más de lo que vale? Porque pagar a 1.500 euros el metro cuadrado constuido (más o menos, que todo depende de una maraña de cantidades), cuando ni el más avezado promotor inmobiliario hubiera dado más de 300 euros, en el mejor de los casos, es para ponerse a dudar. O a afirmar, que materia hay de sobra.
Pero es que, en su afán de protegernos a todos, Dosio decide vestir el santo y encarga a una empresa "externa" una tasación que concluye que aquel edificio que le dicen vale 1.701.000 euros, por lo menos. Para mantener la intriga les emplazo para dentro de unos días en que entraremos a analizar las circunstancias engañosas en las que se obtiene esa tasación. De recurrir a los técnicos municipales que también pagamos entre todos para que informen, nasti de plasti, hasta que el rebumbio armado lleva a Dosio a anunciar "otra tasación" y al todavía propietario a someterse al nuevo dictamen y acatar el resultado "aunque le sea menos favorable". Pero de la tal tasación nueva, como del pobre Fernández (el de El Zorro), nunca más se supo.
Luego, fedellando y fedellando, el topo se tropieza también con otro elemento del "paquete", situado en algún lugar del Casco Vello con fachada a la calle Chao, por el que se pagó algo así como un millón de euros, a algo más de 1.100 euros por metro construido, porque el archivo Pacheco anda por ahí "como la falsa monea que de mano en mano va pero nadie se la quea" y hay que buscarle acomodo: ¿Al archivo? También tendrá aquí sus quince minutos de gloria esta prenda.
Total, que alguien (sabemos quien) se ha levantado un milloncejo de euros sin mover un sólo billete de curso legal, porque el medio millón que le costó a Zinnia la compra de aquellas ruinas abandonadas se pagó con varias hipotecas del Banco Popular, Caja de Ahorros de Valencia y Caixanova. Hecha la fantástica venta que, con nuestro dinero, propiciaron Santi y Dosio, las cuentas se quedan en que, descontando las hipotecas y los gastos de estos años, el resultado es ¡un millón de euracos! limpios de polvo y paja. Es verdad que el negocio se demoró unos seis años, pero no está mal, ¿no?
Y me pregunto yo, y cualquiera: ¿Quién le dio permiso a Santi y a Dosio para que se gastasen casi diez veces más de lo justo? ¿Alguien es capaz de explicar qué tipo de urgencia, de necesidad imperiosa los impulsó a llevar a cabo esta operación? ¿No les ha dicho nadie que su obligación, por lo que cobran, es favorecernos a todos y no a unos amiguetes suyos, o lo que sean?
Pues, lo crean o no, hace unos días que la Xunta de Goberno Municipal facultó a Santidomínguez a formalizar el pelotazo por la cantidad en que TINSA hizo la tasación: 1.701.000 euros (IVA aparte). ¿Y la cacareada otra tasación?
Señor fiscal, señor juez, señor alcalde, señores/as electores/as:
¡¡¡SOCORROOOOOO!!!
Perdonen las molestias: estamos trabajando para ustedes.