Anteayer escuché muy atentamente la entrevista de Pepa Bueno a la vicealcaldesa de París, Ana Hidalgo hija de humildes emigrantes españoles, que llegó a Inspectora de Trabajo desde la escuela pública y gratuita francesa.
Daba gusto ver la formación y competencia con
que hablaba de los temas franceses, europeos e incluso españoles. En Europa la
gestión pública que menos desgaste sufre es la municipal, por su cercanía a la
gente y sus políticas activas contra la crisis y Ana Hidalgo es un buen
exponente de ello. Es probable que, esta gaditana de nacimiento, sea pronto
Alcaldesa de la ciudad de La Luz y La Ilustración por méritos propios, pues
presenta un perfil culto, trabajador, cercano y respetuoso que forjó durante
años en la oposición y ahora a las órdenes del primer alcalde socialista de
París.
¡Qué diferencia con la Alcaldesa de la capital
de España! Debía de haberse celebrado como un hito que una mujer lograse ese
éxito en España, pero la triste realidad es que todos sus méritos provienen de
su matrimonio y parece que la Alcaldía le tocó en una tómbola de barrio. Incapaz de articular dos frases seguidas coherentes, con una ideología
ultraconservadora, seguidista y antifeminista, lo mejor que le puede pasar a
ella y a nosotros es que siga siendo ignorada por la Historia.
Qué pena que en la capital de España no haya
una Alcaldesa formada, feminista y con algo que decir y hacer para
representarnos en el mundo. ¡Viva Carmen Alborch!
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