El parto de los montes

Creánme si les digo que me lo temía: como ya había pronosticado Esopo, los montes han dado a luz a un ratoncillo, después de mantenernos en vilo con el anuncio de su tremendo y catastrófico alumbramiento.

Pues sí que estamos buenos. Las mejores mentes pensantes en esto de dar a luz una "cajanuevadegalicia", tras anunciar que estaban de parto, han conseguido alumbrar un impagable ejemplo de ingenio, ecuanimidad, equidistancia y "tutti contenti": ¡Ha nacido Novacaixagalicia!

¡Albricias! Ya se ha materializado el parto de los montes y nos ha dejado con esta cara. ¿Sabremos apreciar adecuadamente el esfuerzo de creatividad e inteligencia que nos brindan? Yo creo que no. Porque somos muy puñeteros, siempre buscando el resquicio para la crítica destructiva, siempre a la contra, despreciando los esfuerzos que nuestros próceres hacen para nuestro bienestar.

Le habíamos encargado al topo-hobbit la misión de infiltrarse en el primer consejo de administración del neonato ratón para que nos contase cómo se trabajaban eso de ponerle nombre a "la cosa". Nos vino con que no le habían dejado entrar, por mucho que exhibiese la credencial de "enano infiltrado" que le habíamos proporcionado para la ocasión, pero que logró colar un micro de esos de solapa con "petaca" de cinturón para la transmisión. He aquí lo que el "topo hobbit" logró grabar del "brainstorming" acontecido en la reunión del nuevo "Consejo":

--Hay que visualizar en el nombre la realidad dual del diálogo norte-sur que nos ocupa, de modo que nada permita suponer preeminencia de uno sobre el otro, y que, como en el misterio de la santísima trinidad, los dos sean uno sin que el uno resultante borre el rastro del uno y el otro. O sea, que cada uno sea el todo sin que resulten dos todos, aunque cada uno sea el otro sin perder su mismidad intrínseca...

--¡La gallina!

--Pues yo digo que si le ponemos Nova Caixa Galicia ya queda resuelto el asunto...

--Pero, ¡qué dices!, hombre; eso supone que a la de Vigo se le da la vuelta, mientras que la de "La" Coruña queda como estaba.

--Vale, pues le podríamos llamar, Galinova Caixa...

--A min non me encaixa...

--¿Y qué tal Cagalinova?

--Estás de coña, ¿no?

--Como todos, ¿no?

--Tranquilos, que nos estamos jugando los cuartos de mucha gente y no se juega con las cosas de comer. Un poco de sentidiño.

--Pues yo vi un día, en uno de esos blogs que andan por ahí, que se habían barajado nombres tan sugerentes como "Caja Ría", o "Caja 2", que podrían servir para eludir lo del enfrentemiento norte-sur...

--Diálogo, estimado consejero, diálogo norte-sur...

--Pues eso.

Total, que allí se dijo de todo, desde Caja Bis, Bicaixa (que encaixa --je, je-- con lo del bigobierno e incorpora lo del gallego), hasta Nova Galicaixa, Gali Nova Caixa...

Pero finalmente, y como se esperaba de la conjunción de tan preclaros cerebros, triunfó la cordura, la visión de futuro sin perder de vista el pasado, y se dejó lo de Caixagalicia, con el nova delante, para contentar al norte, mientras se otorgaba al sur el dominio cromático, convirtiendo su cinta de Moebius en un par de velas hinchadas con viento portante, una azul como nuestro cielo (supongo que los demás cielos se considerarían de color marrón) y la otra verde como eran nuestros prados antes de lo del ladrillismo.






¡Dios, qué hallazgo!