Una visita al Museo Liste

Una mañana, días atrás, de esas que definen como 'galaica' por el aguacero que arreciaba, me fui a conocer y visitar el Museo Liste, cuyo contenido es una amplia colección de piezas de artesanía. Esta ciudad, como todas las ciudades, guarda sus sorpresas.
Me sorprendió la casi obligatoriedad de registrarse con nombre, apellidos y firma de los visitantes; digo casi obligatoriedad, porque después de ardua argumentación pude realizar mi visita sin tener que identificarme.
La colección es amplia, con piezas sorprendentes. Llama la atención la ausencia de cartelas en las que se señale descripción de la pieza, lugar de procedencia y época de vigencia utilitaria. Parece ser que las visitas deben de ser guiadas. Yo, como soy una inconformista, me decido a mirar por mí misma; como las salmonas: me gusta nadar a contracorriente. Tengo entendido que los 'adelantos' del ser humano se deben, en buena medida, a aquellas personas que se atrevieron a disentir. En ello ando.
Resulta curioso el que ciertas piezas de 'suelo', que tienen patas, se muestren sobre tarima. Esta manera de presentarlas, 'elevándolas' de manera artificial, de alguna manera digamos que las sacraliza produciendo un efecto sobre las mismas que distorsiona su condición de artesanía; pues, de artesanía va la colección de este museo.
Los objetos fabricados por el ser humano podríamos clasificarlos en tres grandes grupos: artesanos, industriales y artísticos. Si aceptamos esta enorme reducción, entonces, sería útil recordar la definición que de artesanía nos legó Octavio Paz (México, 1914-1998); dice éste: "La artesanía no quiere durar milenios ni está poseída por la prisa de morir pronto. Transcurre con los días, fluye con nosotros, se gasta poco a poco, no busca la muerte ni la niega: la acepta. Entre el tiempo sin tiempo del museo y el tiempo acelerado de la técnica, la artesanía es el latido del tiempo humano. Es un objeto útil pero que también es hermoso; un objeto que dura pero que se acaba y se resigna a acabarse; un objeto que no es único como la obra de arte y que puede ser reemplazado por otro objeto parecido pero no idéntico. La artesanía nos enseña a vivir y así nos enseña a morir."
La visita ha sido, por razones de tiempo, un tanto rápida. Volveré al museo Liste. Vale la pena visitarlo aunque sus criterios pedagógicos sean discutibles; tiene algunas piezas 'hermosas'. En el folleto que me entregan resaltan que invitan a los visitantes a participar "sin ánimo conductivista, pero con fuerte valor didascálico"; no sé, no sé yo.
Cuando vuelva por allí, tal vez hable aquí de lo percibido entonces.