San Juan versus Paternina banda azul

Tuvieron que pasar cuatro años desde la muerte del dictador para que la sociedad gallega, que venía reclamando ¡Libertad, Amnistía y Estatuto de Autonomía! decidiese salir a la calle, el día 4 de diciembre de 1979, para impedir el "aldraxe" de rebajar el estatus autonómico de Galicia, una de las tres nacionalidades históricas reconocidas en la Constitución del año anterior.

Presidía entonces el Real Club Náutico de Vigo Fernando Alonso Amat, un hombre comprometido con la democracia, antifranquista en los tiempos difíciles, quien propuso a la asamblea del club que su edificio se engalanase con banderas gallegas para arropar la gran manifestación convocada. Entonces se alzó una voz que, con tono indignado, gritó: "No voy a tolerar que en este club de rancio abolengo se exhiba la BANDERA DE PATERNINA BANDA AZUL". Si no fueron éstas las palabras textuales, sí lo es su sentido.

Han pasado ya 34 años desde entonces y ahora, la directiva que sustituyó a la que encabezaba Franco Cobas, ha aceptado que aquellos "intelectuales" de la "democracia orgánica" acojan los símbolos de "a longa noite de pedra".

La directiva de Cobas había retirado el escudo franquista de una de las vidrieras del edificio, como era obligado en virtud de la Ley de la Memoria Histórica. Pero uno de los primeros actos, significativo de por donde pretenden que vayan las cosas, de la actual directiva fue reponer el escudo franquista con el águila imperial sujetando con sus garras el yugo, que simboliza el sometimiento de todos a la voluntad totalizadora, y el haz (fascio) de las flechas.

Pero ya la caverna, añorante de las "gloriosas" jornadas que durante 40 años impuso el dictador, a sangre, fuego y garrote vil, ha encontrado un disfraz con el que algunos pretenden pasar desapercibidos: "no es el águila imperial, sino el águila de San Juan". Y, además, dicen que el símbolo es anterior a 1936 y que "se lo apropió Franco". Pues por eso, señores, por eso, además de que ese escudo es, sin lugar a dudas, franquista de todo franquismo. ¿Alguien me puede decir qué tiene que ver con esta España el águila de Patmos, traída por los pelos por aquella meapilas reina de Castilla, que reinstauró la Inquisición para dominar con "el brazo secular" a casi todos los reinos de la península (no lo logró con el Portugal de su sobrina Juana "la beltraneja"), expulsó a judíos y moriscos y "tanto montaba" a Fernando como éste a Isabel?

Son así, cicateros con la realidad y carentes del coraje que supondría aceptar lo que ya todos sabemos: que"algo habrían hecho" los "condenados" o "paseados".

añoran los tiempos en que Franco se creía la Hostia (entraba bajo palio en las iglesias, como el Cuerpo de Cristo) y ellos comulgaban con él, aplaudiendo los asesinatos que ordenaba porque "algo habrían hecho".

En fin, que quienes detentan hoy la voluntad mayoritaria de los socios que votaron en las últimas elecciones sociales han logrado volver "por donde solían". Son esas gentes que miraron con desconfianza aquella apertura democrática impulsada por Alonso Amat (un "rojo de mierda", para esta tropa de viejunos acojonados por cualquier cambio), las que se han hecho con el poder en una antigua y noble institución y añoran los tiempos en que podían campar por sus respetos brazo en alto y cara al sol, en una España "una y no cincuentaiuna". Son gentes en el ocaso de su existencia y sus epígonos, que aún sustentan aquel eslogan que hizo furor entre los golpistas sublevados en 1936: "España, antes roja que rota". Y siguen regurgitando la bilis que les produce la diferencia, la autonomía y la voluntad ciudadana, porque echaron el ancla hace más de 70 años y no han tenido el valor de levarla para poder continuar la singladura junto a sus paisanos. Y continúan reclamando un nuevo Cid que, enarbolando su Tizona a lomos de Babieca, "reconquiste" territorios a los rojos, separatistas, demócratas y "perroflautas". 

Déjese de cabriolas exculpatorias, señora Viviana, y enfréntese a la realidad, por mucho que le estén comiendo el tarro los "cuatro" fachas que aún quedan en el Náutico; reconcíliese con la ciudadanía, que no desea refociles dictatoriales ni en los símbolos, y no sea tan simple de transigir con lo más deplorable de nuestra sociedad. A menos que forme usted parte de ello.

Claro que, como en otras cosas, hay quien puede y quien no.