IX ÉPOCA

16.9.12

La dama de las camelias



Hace por estas fechas casi 50 años (en octubre del que viene los hará) que las autoridades locales se aprestaban a abrir definitivamente al tráfico la vía, que unos llamaban "de circunvalación" y los demás "de Beatriz", a partir de la cual podríamos situar el inicio del despegue poblacional de Vigo.

Siete u ocho años antes los primeros barrenos habían comenzado a abrir una larga trinchera sobre las últimas estribaciones de la ladera sur occidental de O Castro, que permitiría el tránsito entre As Travesas y la Gran Vía por la ladera opuesta. Pocos años antes, también, se había levantado "el Pirulí", bautizado inicialmente como Residencia de la Seguridad Social "Almirante Vierna" (la Residencia), que luego pasó a ser Hospital Xeral y, finalmente, Complejo Hospitalario Xeral-Cíes.

Con la nueva vía todavía sin empedrar, ya que por entonces las cazadas eran de adoquines aunque ésta incorporó el piso de cemento, un enamorado aprovechó que el trazado pasaba justo por delante de la casa (un chalet, que era lo que por allí había) de su dama y comenzó a rotular a mano por los muros, las piedras y las recién compuestas aceras "Avenida de Beatriz". A pesar de los manejos oficiales, ese nombre llegó a fijarse en los vigueses hasta el punto de que, aún sin haber sido bautizada oficialmente la calle, un envío postal podía llegar a su destino con la dirección "Avenida de Beatriz".

Pero los recovecos del discurso oficial son siempre poco imaginativos y decidieron que lo poético e ilustrativo era ponerle nombre de flor a la vía. Y así, no sin esfuerzo, consiguieron que la Avenida de Beatriz se inscribiese con el más políticamente correcto nombre de Avenida de las Camelias, privando a la dama del lustre que podría proporcionarle su origen.

Lo que nadie mencionó, entonces, es que el nombre oficial era prestado, porque ya en 1915, Pedro Maranesi, un capitán de banda del ejército argentino había compuesto una marcha con aquel nombre, "Avenida de las Camelias", tomándolo de una vía que su ejército hubo de abrir en el Campo del Durazno, un lugar de la localidad de Rosario de la Frontera (Salta) donde su regimiento realizaba unas maniobras. La partitura fue escrita sobre el parche de un bombo y serviría para que, quince años más tarde de la apertura de nuestra Avenida de las Camelias, la dictadura militar que encabezó Videla, la elevase a la categoría de himno de la Infantería argentina.

Esta apropiación de los símbolos, tan empleada por todos los fascismos que en el mundo han sido, hizo que muchos de los que sufrieron los desmanes de la Junta Militar se sintieran agredidos con los sones de una simple marcha militar, porque iba férreamente unida a la represión ejercida por los sucesivos dictadores argentinos.

Pues nuestra Avenida de las Camelias (antes, de Beatriz) fue el punto de arranque del gran desmadre urbanístico de Vigo propiciado por un crecimiento vegetativo espectacular. Desde que se abrió esta vía, en la que aún se construían las casas con canteros que alzaban sus bloques de sillería con polipastos sostenidos por largos troncos de madera y cuerdas, Vigo casi triplicó su población, en buena medida gracias al dinero que llegaba del otro lado del charco, principalmente de Mexico, cuando ya los primeros emigrantes de las décadas de los 40 y 50, habían hecho las Américas y regresaban para prosperar en su pueblo.

Rindamos un homenaje a aquel que, sin proponérselo, inmortalizó a su enamorada, y a quienes, también sin proponérselo, se apropiaron de una marcha militar para convertir a Beatriz en La Dama de las Camelias.

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