La blonda diputada del PP señora Fabra (vaya apellidito salpicado), en un arranque de sinceridad parlamentaria, nos ha puesto, negro sobre blanco, lo que está pasando. Mientras Rajoy "informaba" sobre lo que nos va a echar encima a los de siempre y soportaba algunos gritos camerales procedentes de las bancadas del PSOE, dijo lo que ya sabíamos que se piensa en su entorno político: ¡Que se jodan!, nos dijo a todos.
Cazada por las cámaras, no se le ocurrió decir otra cosa que no se dirigía a los trabajadores, sino a los diputados del PSOE. ¡Será imbécil! Porque si se cree que los imbéciles somos todos nosotros es que su imbecilidad ya no tiene cura.
Algunos, la señora Fabra, el De Guindos, el Montoro, el Rajoy y los demás de la pandilla, siguen convencidos de que el mundo ha sido hecho para los ricos y que el papel de los demás, en esta opulenta sociedad, es proporcionar los instrumentos de enriquecerlos, a ellos o a los que ellos sirven como vasallos bien remunerados.
Y es que desde que el mundo es mundo, toda sociedad es impulsada a considerar que el interés popular es que el poderoso siga siéndolo, a la espera de ir ascendiendo en el escalafón y llegar a ser poderoso. Nadie ha echado la cuenta de que sólo algunos, para dar cobertura a la sumisión a la que nos obligan, son llamados a ese ascenso social; la inmensa mayoría sólo puede mantener sus constantes vitales con el permiso de quienes cortan el bacalao. Pero lacayos (conscientes o inconscientes) siempre hubo y se esfuerzan en convencernos de que siempre habrá.
Qué sabrán ellos de la buena administración de lo que es de todos. Ellos están convencidos, como lo estaban los vasallos de que los reyes lo eran por designio divino (el propio Franco se autotitulaba "Caudillo de España por la gracia de Dios", vamos, una gracia no, una coña), de que no hay nada que hacer y que los pobres estamos aquí para servir a sus beneficios.
¿O es que no sabíamos que quienes, desde su atalaya, veían venir la crisis no corrieron a blindar sus posesiones, con el beneplácito de quienes siguen usándolos para que les sirvan de parapeto. Claro que lo sabíamos, pero la mayoría confiábamos en que, "santa Rita, santa Rita, lo que se da no se quita" mediante, lo conseguido con sangre, sudor y lágrimas no nos sería requisado. ¡Y una mierda!, digo yo.
Un sistema perverso
Pues mientras no aceptemos que el sistema es perverso en sí mismo y que mientras los poderosos puedan ver incrementado su poder los demás podemos ir aprovechando las migajas que caen de su mesa y, además, les estemos agradecidos, seguiremos con el único recurso a las lamentaciones. Claro que ellos, cuando ya han concedido lo que consideran demasiado, hacen lo que hicieron siempre y le llaman "crisis", "depresión", "recesión" o, simplemente, "un ciclo económico". Porque la economía tiene sus ciclos, ¡je, je!, ¿lo sabían?
Todo esto es el resultado de que los bancos alemanes son los que están presionando para que se les devuelvan unos dineros que nunca debieron haber prestado a los bancos españoles para que éstos nos insistieran en que podíamos ser propietarios a base de dejarnos más dinero del necesario para la compra, porque en lugar de pagar mucho cada mes nos permitían pagar la mitad en el doble de tiempo.
Cuando crecía el boom inmobiliario, cualquier banco te rodeaba para que dejaras de ser un pringao pagando un alquiler a otro cuando, por el mismo desembolso mensual, podías ser propietario; o te aseguraban que no había ningún sitio mejor para guardar tu dinero que suscribir unas "preferentes". Y, aparentemente, así era.
¿Y que pasó? Pues que decenas de miles de "propietarios" acabaron encontrándose en la calle, sin piso, sin empleo y debiéndole todavía al banco una pasta porque el inmueble aquel que te habían jurado que valía 40 pero que te insistían en que aceptaras 50 en préstamo, ahora ya no vale ni 20. Claro que, después de quedarse con el piso que ya casi habías pagado, ponen éste en sus balances con el valor anterior. Es decir, que para que les pagues, el piso no vale una mierda, pero para justificar su capital, dicen que vale lo que en su día tasaron como su valor.
Y todo eso no es porque los gestores del sistema financiero sean una canallas de órdago (que también), sino porque son los que manejan los trastos del brujo y, como en el cuento, el aprendiz monta un pifostio de bigotes cuando se pone a jugar con aquellos trastos.
Finalmente, para los que aún no han caído de la burra: los responsables de que esto vaya tan mal no están dispuestos a cortarse los cataplines, porque disponen del instrumento subsidiario llamado democracia representativa, cuyos servidores (con escasísimas excepciones y más escasa representación parlamentaria) harán lo que se les diga, como si no hubiera otra forma.
Y, desde luego, no la hay para que todo siga como siempre. Ya lo dijo Lampedusa en su Gatopardo: "Algo debe cambiar para que todo siga igual".
En fin, como dijo la diputada en su oportuno arranque de sinceridad, ¡hay que joderse!, ¿no te jode?
2 comentarios:
Por si fuera poco, acabo de ver en la tele que si los más ricos "se recortasen" el 40 por ciento de su riqueza, se acabaría la deuda de toda la zona euro.
¿Hay alguien ahí que se crea que lo van a hacer?
A lo más que ha llegado el bueno de Rajuá es a recortar a los vasallos de aquellos ricos un ¡7 por ciento! como gesto solidario con los llamados a apretarse el cinturón. Claro, como ellos usan tirantes, no tienen nada que apretarse, ¡no?
la economía es un enorme agujero que se alimenta cuanto mas le das. Si todos los ricos donan sus riquezas durarían un día. hay que deshacerse de este sistema.
Un saludo!
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