IX ÉPOCA

16.3.12

Y nosotros, a por ellos, ¿no?

"Todos los españoles tienen el deber de trabajar y el derecho al trabajo, a la libre elección de profesión u oficio, a la promoción a través del trabajo y a una remuneración suficiente para satisfacer sus necesidades y las de su familia, sin que en ningún caso pueda hacerse discriminación por razón de sexo" (Art. 35-1 de la Constitución Española).


"Se reconoce el derecho a la huelga de los trabajadores para la defensa de sus intereses. La ley que regule el ejercicio de este derecho establecerá las garantías precisas para asegurar el mantenimiento de los servicios esenciales de la comunidad" (Art. 28-2 de la Constitución Española).


Pues qué bien. Como los poderes públicos parece que se han olvidado de trabajar para que tales derechos sean efectivos, los sindicatos se han marcado otra huelga general (y con ésta van 8) para frenar este pulso que le echan a los ciudadanos quienes pretenden robarnos lo conseguido con sangre, sudor y lágrimas.


Y digo que nos lo quieren robar porque lo conseguido es nuestro. Claro que ellos (ustedes ya saben a quienes me refiero) siempre pensaron que lo que ha logrado mejorar la ciudadanía era un préstamo y ahora insisten en que se lo devolvamos, como si ese progreso estuviese sujeto a la obtención de imperecederos beneficios económicos de quienes siguen creyendo que sólo ellos tienen derecho a progresar. Y eso no sólo aquí, sino en el mundo entero.


O sea, que huelga general para dentro de unos días (el 29), con todo el derecho del mundo, con todas las bendiciones legales, con todos los argumentos a favor, pero con los mecanismos para ejercer ese derecho obstaculizados por unas leyes (de inferior rango a la Constitución) cuyo no declarado objetivo es impedir la realización plena de ese derecho.


¿Por qué digo esto? Pues porque asuntos como el de los piquetes, el derecho al trabajo y la libertad y capacidad sindical para emplear la fuerza de los trabajadores contra la fuerza invasiva del capital, están regulados de tal forma que hacen legalmente ineficaz el ejercicio de aquellos derechos fundamentales.


Los piquetes, al igual que la Policía y la Guardia Civil, resultan ser los instrumentos coercitivos y adecuados para garantizar los derechos de los ciudadanos: Ya me dirán qué ley podría imponerse sin el concurso de la acción coactiva de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Pero la invención esa de "piquetes informativos" no es más que una martingala para pulverizar el ejercicio de un derecho reconocido explícitamente en la Constitución. Si un piquete se extralimita en sus atribuciones (como puede ocurrir con la Policía), hay leyes protectoras de los afectados, pero la labor informativa de los piquetes debe entenderse como la forma en que podrán comunicar e imponer, a quienes prefieren no colaborar pero disfrutarán de los presuntos beneficios de la acción, que "hoy no se trabaja". Los casos de violencia a la entrada de una fábrica suelen producirse porque las Fuerzas del Orden no son usadas para defender el derecho a la huelga, sino para asegurarse de que la huelga fracase.


Pero quienes "tienen la sartén por el mango, y el mango también" (como decían ¡en 1969! los "ejecutivos" de aquella adaptación de Enrique Llovet y Adolfo Marsillach de "El Tartufo" de Moliere), han logrado que la gente se crea su particular interpretación del mencionado Artículo 35, apartado 1 de la Constitución. No veo yo donde dice que sea un derecho fundamental acudir individualmente al tajo mientras los legítimos representantes de los trabajadores han convocado una huelga. La Constitución garantiza el derecho de "todos los españoles" a disponer de una ocupación remunerada, nada más ni nada menos. Del mismo modo que, individualmente, nadie tiene derecho a "declararse en huelga", tampoco lo tiene a reventar la legalmente convocada por sus representantes alegando que "ir a trabajar" es un derecho constitucional. Falso de toda falsedad.


Aunque la Constitución no lo dice expresamente, una empresa puede llevar a cabo un "lock out", o sea un "cierre patronal". Y ¿dónde se garantiza, en tal caso, el derecho individual de alguien a realizar la tarea para la que ha sido contratado? La empresa, alegando las causas objetivas y legales que sean, cierra las puertas y sanseacabó. Claro que ese no se considera un "piquete", aunque resulte el más coactivo y efectivo de ellos. ¿Ha visto alguien que la Policía proteja el "derecho" de cualquier trabajador a ir al tajo en pleno "cierre patronal"? Pues ya me dirán.


En fin, que la Constitución parece ser algo tan indefinido que, según quien la mencione, dice una cosa u otra. Pero lo que no dice en ningún sitio es que la interpretación de unos tenga que valer más que la de otros, pero quienes quisieran que ese derecho desapareciese resulta que son aquellos que "tienen la sartén por el mango, y el mango también".


Y qué decir de ese mandato constitucional que reza que "en ningún caso pueda hacerse discriminación por razón de sexo". Claro que no faltará quien diga que ya hay leyes en ese sentido; pero yo me pregunto ¿dónde están los instrumentos coercitivos para hacer eficaces esas leyes? Porque, que yo sepa, la Policía garantiza ese falaz derecho a reventar una huelga, pero no he visto ninguna actuación de los que podría llamar "piquetes gubernamentales" para obligar a nadie a pagar lo mismo a ellos que a ellas aunque hagan el mismo trabajo.


Por último, no quiero dejar pasar la oportunidad sin una referencia al artículo "Palabras para tejerse", de la mejor periodista (incluyo periodistos) que conozco, Maruja Torres, publicado en el País Semanal (lo más interesante, o lo único, cada semana, de esta publicación) el 26 de febrero de 2012 y que no pude encontrar en la hemeroteca del diario: "Lo repito siempre, que la lucha de clases sigue en pie, pero desde hace años --desde que cayó el Muro--, la clase de más arriba lucha contra todas las demás". Y, añade: "No quiero que la ira desemboque en vandalismo, pero puedo comprenderla porque el vandalismo y la violencia de guante blanco que Gobiernos y banqueros ejercen sobre los ciudadanos resultan tan insultantes, tan devastadores, tan desproporcionados y sin respuesta por parte de ninguna entidad civilizada, que lo único que les queda a la gente es salir a la calle y protestar".


En fin, éstas no son más que algunas de las razones que considero justificativas de la convocatoria de un "paro general". Es algo así como si se me ocurriese que, contra el epígrafe del post anterior, "Van a por nosotros", ejerzamos el inalienable derecho a la defensa y digamos "...y nosotros, a por ellos", ¿no?


Y una apostilla por si hiciera falta. Es sobre el "sueño americano", pero encaja perfectamente en esta "pesadilla universal":

2 comentarios:

Clara - minijuegos dixo...

Lo que ocurre aquí y en todos lados, muy buen post y buen blog, seguiré visitando. Saludos desde el sitio minijuegos

Pablo Eifonso dixo...

En tempos de sinrazón, confusión e manipulación das ideas, artigos como este sitúan os conceptos de dereito ao traballo e á folga no lugar que en razón lles corresponden. Moi ben a reflexión sobre os piquetes como garantes do dereito á folga!