IX ÉPOCA

12.1.13

Mercado democrático, ¡qué oxímoron!

 Llevo algún tiempo tratando de explicarme el porqué de la sistemática pérdida de eficacia de la democracia por la que decimos que transitamos. Creo haber hallado la respuesta: libre mercado y democracia resultan conceptos incompatibles. Podríamos decir que juntar mercado y democracia es una de las mejores formas de construir un oxímoron.

La esencia misma del libre mercado radica en la libre voluntad de enriquecerse y en la ausencia de inconvenientes legales para hacerla efectiva. Luego, "el que más chifle, capador" y todo vale con tal de que no sea manifiestamente ilegal.

En el Libre Mercado, como se puede comprobar con la que está cayendo, no hay lugar para la moral, la ética, la compasión o la honestidad (solapada en la "legalidad", no en la "licitud"). Pero hay más: la legalidad la establecen, finalmente, los poderosos, porque la incidencia de la sociedad en el desarrollo de cualquier cuerpo legal no es muy determinante en la democracia formal , ya que son los poderosos los capaces de "motivar" a los legisladores.

El descalabro, y sus consecuencias, alcanzado con el desmantelamiento de las cajas de ahorro pone lo dicho de manifiesto. ¿Es que hay alguien que no considere escandalosamente pornográficas las "remuneraciones", blindajes e "indemnizaciones" de los responsables de las cajas? Pues ellos sostienen, como última línea de defensa, que "son legales".

Si contemplamos el funcionamiento de los Consejos de las cajas podremos comprobar cómo otorgaban legalidad a las decisiones tomadas unilateralmente por quienes se beneficiarían de ellas, aunque los consejeros no tuvieran ni idea de lo que sancionaban. Por si quedaban dudas, las declaraciones de algunos sobre las negativas o dificultades para conocer lo que se sometía a aprobación corroboran la suposición de que esa pretendida "representación popular" tuvo siempre escasas posibilidades de conseguir su presunto objetivo y responder al bien común. Los manifiestos engaños con los que la dirección de Novacaixagalicia pretendía incrementar sus escandalosamente comprometidos fondos endilgándoles "acciones" (como eso podrían entenderse las "preferentes") a los ahorradores que jamás pensaron en convertirse en accionistas, abunda en la presunción de que, finalmente, el sistema concede protección a prácticas ilícitas, con tal de que resulte difícil demostrar la mala fe de quienes hicieron aquella desfachatez. Que caigan algunos en la "redada" no es más que el bálsamo para tranquilizar a la sociedad, porque nadie se cree que todos los culpables paguen la desfeita. Pero ya durante demasiado tiempo nos han inculcado eso de que no hay sistema alternativo más apetecible como para considerar fácil encontrar sustituto.

Han sido la caída del "muro" y el desmantelamiento de la URSS los elementos dinamizadores del "pensamiento único" que nos induce a considerar que, por mucho daño que nos haga, el actual es el mejor sistema posible para que la humanidad avance. Poco importa, para quienes manejan el cotarro, que el sistema imperante no haga más que agrandar la brecha entre los pocos que tienen mucho y los muchos que tienen poco o nada: el Libre Mercado exige que sólo el que pueda pagar sobreviva. Y sólo una cuarta parte de la humanidad está en condiciones de pagar lo exigible para subsistir, mientras las otras tres cuartas partes se debaten entre dejarse morir o aparentar que viven en unas condiciones que no soportaría un "privilegiado" homeless beneficiario de lo que conocemos como mundo desarrollado.

Claro que, según el pensamiento único, los negros de Etiopía o Haití no tienen todos casa con piscina porque no quieren, ya que pretenden que todo se lo dé gratis el Estado y no se esfuerzan por progresar, ¿no? Y quienes inundan las estadísticas del paro en el mundo desarrollado también han de pagar porque a sus patronos les haya salido mal la jugada de enriquecerse más rápido. ¡A recortaaaar!

Gracias a eso que hemos llamado socialdemocracia (una línea de acción política que se ha rendido a la "evidencia" de que no hay más Dios que el Mercado y la Bolsa es su profeta), el sistema se ha fortalecido de tal modo que, llegado el momento, alguien "manda parar" y los logros sociales dirigidos a limar las diferencias han de ser devueltos.

En fin, que no hay que seguir "buscándose la pulga", como La Chelito, para concluir que, se mire como se mire, el sistema que nos ha conducido hasta aquí es intrínsecamente perverso, porque su finalidad no es la felicidad del humano sino la del dinero.

Vamos, que el sistema no se llama capitalismo porque sí, sino porque es el capital el que manda, no la voluntad popular que se expresa en las urnas. ¿O es que alguien se cree que tienen las mismas posibilidades de lograr representación quienes cuestionan el sistema y lo combaten que quienes no sólo lo aceptan sino que se empeñan en fortalecerlo?

Pero el sistema ya ha encontrado la forma de perpetuarse, porque son los desfavorecidos quienes sostienen la ideología de quienes les desfavorecen. Creo haberlo citado en otra ocasión, pero no está de más volver sobre ello. ¿Recuerdan aquella magnífica serie británica "Arriba y abajo"? Arriba vivía un lord y abajo la servidumbre. El mayordomo, erigido en baluarte de los valores de sus amos, se escandaliza de que una de las sirvientas a sus órdenes tenga un novio que votaba "liberal", cuando en aquella casa siempre se había votado "conservador". Mientras tanto, arriba, la hija del lord jugueteaba con las sufragistas, como reivindicación filial sobre las viejas costumbres del pater familiae.

El sistema, que tiene todos los instrumentos (Internet incluida) para determinar el escenario de sus andanzas, se ha blindado ofertando a los desfavorecidos la "posibilidad" de desclasarse y hacerse un hueco entre los privilegiados. Naturalmente, hay una legión de pobres que no desean derribar a los de arriba, sino creer que podrán acomodarse entre ellos, algo que no conseguirían si los eliminan.




Y Marx con estos pelos (si se hubiera hecho una cresta...).

1 comentario:

Anónimo dixo...

...Seguro.