
Querida Raquel: me vas a perdonar que aproveche tu entrada anterior para ampliar el tema hacia otro ámbito, en el bien entendido que comparto lo que dices en tu post. Pero es que me lo estaba pidiendo el cuerpo.
Para empezar, digamos que el motor aparente de esta no menos aparente operación de maquillaje urbano huele a
pelotazo que te cagas.
¿Dos millones de euros por la ruina esa? Se están pasando los pueblos de dos en dos estos chicos, además de acabar por darnos la razón en casi todo lo que les venimos diciendo. ¿Se acuerdan ustedes de aquello de que aquí
lo que hace andar a los museos es que tengan bar?
Pues ahora van al siguiente escalón: las putas (con todo el respeto, faltaría más).
El conocido (no lo conocía ni dios) Pazo de Arias Taboada lleva decenios olvidado por quienes tienen la obligación de conservar nuestro patrimonio, sin que nadie se preocupara por exigir de su propietario un mantenimiento
"en las debidas condiciones de seguridad y ornato", como dice la ordenanza que, tanto Caballero como Domínguez (y los que les precedieron), están obligados a cumplir y hacer cumplir. A su sombra creció el más genuino barrio de cualquier ciudad, que en todos los casos es conocido como "barrio chino" no sé por qué, en el que aún hoy el comercio carnal es casi lo único que late, mientras las buenas gentes se pegan un rodeo de órdago para no tener que cruzarlo.
Pues nuestra bienquerida Tenencia de Alcaldía ha enarbolado la tizona de la rehabilitación y comenzará por ahí el acoso a las putas de la Ferrería, si es que quiere que el entorno de la nueva Pinacoteca (que no sé yo si la cosa viene de lo de "pinar"; ya me entienden) resulte asumible para las buenas gentes.
La pregunta surge como por ensalmo: ¿Qué piensan hacer con las putas? Pues yo tengo la respuesta: las harán descender hasta donde ya se han venido instalando otras, en Beiramar. ¿Y qué habrá allí para cuando el proyecto esté listo para acoger pinturas? Pues la biblioteca, convenientemente comprada también por una pastizara (seguro) por el socio de gobierno de Santidomínguez, también con nuestros cuartos.
Pues ya tenemos cerrado el círculo. Donde habían pensado un museo, colocamos un bar; donde iba un centro comercial ponemos una biblioteca, y donde había putas se hace una pinacoteca y se manda a las peripatéticas a la biblioteca del Auditorio y, así, de paso, se instruyen un poco, además de guarecerse de las inclemencias del tiempo.
¡Qué hallazgo! A ver dónde hay una ciudad en la que sus habitantes puedan decir cosas como:
--Coño, Pepe, ¿a dónde vas?--A tomarme una copa en el Museo de las Palabras, que tienen música de Jazz.--Pues yo es que estoy un poco depre y he decidido irme de putas a la biblioteca.--¿Pero no estaban donde la pinacoteca?--Huy, eso era antes, cuando Abeleira Menéndez daba paso a la Herrería, que se ha ido desdibujando por culpa de los artistas que van a colgar sus obras en el rehabilitado Pazo de Arias Taboada.Ahí es nada; ¿se imaginan el diálogo con el bibliotecario o la biblitecaria?
--Buenas, ¿tienen una rubia, rellenita y, a ser posible, extranjera?--¿Para el local o para llevar?--No, no; para llevar.--Pues, déjeme ver; efectivamente, en la mesa 7 del sector 4-B tenemos una de procedencia balcánica, pero ha de darse prisa porque está muy solicitada y es el único ejemplar que nos queda. Ya sabe que ha de devolverla dentro de una hora...--¿No tienen tiquets por medias horas? Es que yo sólo la quiero para un francés...--Lo siento, pero no hacemos fracciones; como los aparcamientos, ya sabe...--Pues bueno.Mientras tanto, en una paradisiaca isla del Caribe, el propietario de la ruina llamada Pazo de Arias Taboada, cuenta los fajos de euracos que sacó por la operación más productiva de su vida ¡en pleno pinchazo de la burbuja urbanística!
EL PELOTAZOAhora, fuera de coñas, el verdadero intríngulis de la cuestión:
el pelotazo.
Lo que Santidomínguez pretende comprar con nuestros dineros para hacer sitio a los cuadros que no sirven para el Marco, a tenor de la noticia aparecida últimamente, son tres viejos edificios que ocupan una
superficie de 660,91 metros cuadrados con fachadas a las calles Abeleira Menéndez, Ferrería y Plaza de Calatrava. El estado de estos edificios,
uno de ellos catalogado como de interés arquitectónico y urbanístico alto y de interés histórico medio, es poco menos que ruinoso, en completo abandono y totalmente deshabitados.
Por esos edificios, lastrados con las cautelas proteccionistas pertinentes, el bueno del Domínguez pretende pagarle a sus propietarios la nada despreciable cantidad de
1,8 millones de euros que, como demostraré, es el cuádruple de lo que, en una situación de mercado razonable, costarían esas parcelas (los inmuebles, lejos de representar un plus, suponen una onerosa carga para el propietario).
Según profesionales de esto de la construcción, sería ya una barbaridad pagar el metro cuadrado ahí a
600 euros, que multiplicados por los 660,91 metros que suman las tres parcelas, nos darían la no despreciable cantidad de
396.546 euros de vellón. No hay más que dividir
1.800.000 por la última cantidad y comprobaremos que Santidomínguez va a hacer feliz a alguien pagándole no menos de
4,5 veces el precio justo de su mercancía.
Podría argumentarse que la superficie comprada es el doble, ya que los edificios gozan de bajo y una planta, con lo que la superficie construida alcanza esos
algo más de 1.300 metros cuadrados destinados a superficie para exposiciones. Aún así, se habría comprado el doble de superficie, lo que elevaría el total de nuestra cuenta a
casi 800.000 euros, pero deja al descubierto poco más de
un milloncejo de euros que no sé a dónde podrían ir a parar.
Las mismas fuentes profesionales me puntualizan que, en realidad, con
300 euros por metro cuadrado, teniendo en cuenta que hoy no hay quien venda un puñetero inmueble, el propietario vendedor podría darse con un canto en los dientes. O sea que, en una ajustada operación de compraventa, con la cuarta parte de lo que se va a gastar el Domínguez, se habría hecho lo mismo. Bueno, lo mismo, lo mismo, no; porque el Teniente habrá hecho un amigo para siempre, ¿no?
¡Qué¡ ¿Hay pelotazo a la vista o no?
Miren ustedes, señores empleados en administrarnos lo nuestro: pagar cuatro veces más por algo sólo puede explicarse admitiendo que hay
corrupción. Y no me vengan con milongas, ni pretendan disfrazar el asunto, a toro pasado, que no va a colar ni con esto del Halloween.
Pónganse como se pongan: ¡aquí
hay untamiento!