
Podríamos decir que ya era hora, pero no voy a hacerlo. La hora ya se ha pasado. No, no es que no venga bien, para la comodidad y la seguridad del pasaje, eso de
instalar pantalanes flotantes para los barcos del transporte de ría. Lo que pasa es que han pasado ya 30 años, al menos, desde que se le propuso al clásico "quien corresponda" que la única forma razonable de embarcar y desembarcar pasajeros era acabar con la escuetas escaleras, llenas de verdín, por las que obligatoriamente siguen teniendo que acceder a los barcos los sufridos pasajeros de las líneas que unen Vigo con O Morrazo.
Supongo que será lícito preguntarse por qué una cosa tan obvia no se hizo hace ya mucho tiempo. Tan lícito, digo yo, como responder que algo diferente a la procura de la seguridad y la comodidad de los pasajeros, amén del obligado mejoramiento del servicio, era la causa.
Lo de la seguridad tuvo episodios que obligan a pensar que hubo mala fe para no abordar el problema de la única manera razonable. Hace al menos 20 años, un joven perdió buena parte de su vida al quedar impedido por culpa de haberse escurrido al agua, tras resbalar en las escaleras, y ser aplastado entre el barco que pretendía abordar (o desembarcar de él) y el muelle. La cosa llegó a los tribunales, pero nadie movió un dedo para resolver el problema.
Lo que los pantalanes flotantes (conocidos como "duque de Alba") proporcionarían entonces era una sensible mejora en el servicio, al no tener que esperar el barco a que los pasajeros desembarcasen de uno en uno, para luego comenzar el embarque de la misma forma, mientras patrones y tripulación de los barcos tenían que andar finos ajustando el punto de amarre para hacer coincidir la apertura de entrada y salida del barco con el punto en que la marea obligaba a situarla para coincidir con las escaleras.
Y ¿que habría pasado si se mejorasen, de la manera que ahora van a hacer, las condiciones de atraque, embarque y desembarque? Pues en una mayor rentabilidad para las empresas al poder realizar viajes con más frecuencia, con el consiguiente aumento de pasajeros, ya que las maniobras podrían ser más rápidas y más seguras para el pasaje. Ello permitiría que la economía de la empresa resultase suficiente como para dotarse de mejores y más rápidos barcos. No sé si recuerdan al "Vigo Jet", que hacía la travesía en unos 5 minutos, pero tardaba un cuarto de hora en la maniobra de desembarque y embarque...
Pero, claro, aquello chocaba frontalmente con los perversos designios de quienes esperaban mejores beneficios particulares de gastarse montañas de dinero en destrozar O Morrazo a golpe de autovías, o vías rápidas, o corredores, o como quieran llamarle a ese atentado contra la ecología, el crecimiento sostenible, la economía y la razón que es el ahora llamado "Corredor do Morrazo", a punto de duplicarse a mayor gloria de economías particulares y beneficios espurios para políticos aprovechados (o, simplemente, ignorantes).
Lo tengo dicho aquí (y en la China Popular) de todas las formas que conozco. El transporte público marítimo en la ría de Vigo ha ido muriendo para favorecer el transporte privado por carretera, que, al mismo tiempo que generaba plusvalías a algunos que tomaban decisiones, facilitaba la urbanización salvaje de O Morrazo para prepararla para los pelotazos que fueron llegando.
Quienes tenían entonces, y tienen ahora, responsabilidades de gobierno, tanto local como provincial y/o autonómico, no pueden decir que nadie les previno, porque mentirían. Pero, es que, aún en el caso de que nadie les hubiera dicho nada, ¿para que coño les pagamos, entonces? ¿Es que no siguen gastándose una pasta en asesores? ¿En qué asesoran los que asesoran a los asesorados?
Es decir, sin que quepa duda alguna: sabían cual era la solución, pero preferían ignorarla, propiciando el colapso de la circulación rodada por O Morrazo, para justificar el enorme e inútil gasto de construir la Vía Rápida, lo que suponía crear un nuevo problema para buscarle una nueva "solución" que diera lugar a otro problema que requiriese otra "solución", y seguir así gastándose nuestro dinero en su propio beneficio, ya sea económico o político.
Hay que decir, finalmente, que si se hubiera invertido razonablemente, el problema de
descapitalización de la empresa (al igual que la anterior) que hace el servicio de transporte marítimo no hubiera sido tal; la movilidad de personal entre ambas orillas de la ría habría hecho innecesario el gasto en la Vía Rápida, sin más que poner en marcha un fácil, cómodo, barato y eficaz sistema de transporte intermodal, coordinando horarios, tarifas y trayectos entre barcos y autobuses urbanos.
Pero, claro, eso supondría ser consecuentes con las grandes palabras sobre desarrollo sostenible, ecología, puesta en valor del entorno natural y el paisaje, y dejar de lado los intereses espurios de algunos que han hecho su agosto con el asfalto.
Les juro a todos ustedes que a mi no me molesta tanto que me mientan como que lo hagan tan burdamente. Los responsables políticos del PP, del BNG y del PSOE son responsables directos de que no se hayan tomado medidas adecuadas para disponer de un servicio de transporte eficaz y, como consecuencia, de que durante decenios viajar entre Vigo y O Morrazo haya sido una aventura cada vez más peligrosa, más cara, más contaminante y menos rentable para quien pretendía dar el servicio.
Ahora parece que el responsable del puerto, que ha sustituido al que ahora es alcalde de Vigo, se ha decidido a hacer lo obvio. Espero que Caballero no nos venga ahora felicitándose por la idea, porque el tuvo la oportunidad de hacerlo y resistió las sugerencias. No le dio la gana, él sabrá por qué.
Ahora, con la empresa del transporte marítimo haciendo aguas, le van a poner unas tiritas a una herida enorme.
A buenas horas, mangas verdes.