IX ÉPOCA

24.12.09

No somos nadie, señor juez

Lo que nos faltaba. Un astuto juez, Ricardo Rodríguez Fernández, ha decidido que la Constitución es de chicle y le permite interpretaciones tan desatinadas como asegurar que la libertad de expresión no va con Internet. Y, así, se carga a dos periodistas que publicaron en su blog las entrañas del asunto aquel del Simancas en la elección de la Espe para presidir la Comunidad de Madrid.
Y se queda tan pancho, ni se inmuta porque la mayoría de sus colegas le tiren de las orejas, con la excepción de ese club Asociación Profesional de la Magistratura, cuyas inclinaciones hacia la diestra son el pan nuestro de cada día.
Al juez, por lo que se ve, no le hace ni pizca de gracia que los periodistas hayan hecho público el nombre de los intervinientes y algunas circunstancias relevantes para comprender su postura en aquella ocasión. Dice él que eso está protegido por la Ley de Protección de Datos y que este bien es más protegible que el derecho a "recibir información veraz por cualquier medio".
Así que, en una sentencia digna de figurar en una relación de incongruencias preocupantes, se tira al monte y, tras reconocer que existe el derecho inalienable a la información, que lo juzgado se ajusta estrictamente al buen hacer periodístico, se saca de la manga que lo publicado a través de la red no es sujeto de ese derecho.
Que el artículo 20 de la Constitución diga claramente que protege el derecho a "expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones mediante la palabra, el escrito o cualquier otro medio de reproducción", no le vale, porque él ha hecho ya una distinción astuta entre social y universal (¿?). Por si les resultase interesante, y por si el señor juez tiene a bien leerlo, entresaco un párrafo de un estudio sobre medios de comunicación que me he encontrado en la red (espero que no me caiga un puro por crérmelo):

"Uno de los fenómenos periodísticos más importantes de los últimos años es la consulta de prensa via Internet. Muchos periódicos acuden todos los días a su cita diaria con una página web a la que se puede acceder desde todo el mundo. Lo que esto puede significar sobre las relaciones culturales e informativas se presenta tan ingente que esta información mundial y en casa está suscitando estudios y premoniciones de los comunicólogos que ya, definitivamente, afirman que la aldea global ha llegado. Como abrir una página web es barato, el monopolio informativo de las grandes empresas informativas —peligro que siempre se ha debatido en el periodismo— encuentra ahora una competencia informativa por parte de grupos, facciones, instituciones, partidos políticos, particulares y otros cuyos contenidos variarán, ratificarán o contradirán lo que los grandes periódicos cuenten, por lo que el lector deberá discernir qué información es la que le sirve".
(Los subrayados son míos).

O sea que ya lo saben: no se crean nada de lo que lean en las ediciones digitales de los periódicos, o en lo que vean de las televisiones a través de Internet, porque a los que las hacen les puede caer un puro de bigotes.

Pues, mire usted, señor juez: no es que estemos en desacuerdo con usted, que lo estamos; en realidad nos vemos obligados a estar en desacuerdo con el sistema que le ha permitido a usted sentenciar.
Es decir, según el señor juez, que carece de relevancia si se denuncia corrupción, malversación o falsedad documental, si eso se hace un un blog como éste. Para este señor, embeded en la judicatura, la verdad (exceptio veritatis, se dice en términos jurídicos para no penalizar lo que es cierto) carece de relevancia ante lo importante que es disponer de cientos, o miles, de millones de euros con los que pagar la edición de un periódico en papel, o el funcionamiento de una emisora de radio o televisión. Según él, esos son "medios de comunicación social", mientras que Internet es un "medio de comunicación universal". ¡Ole tus oeufs! El señor juez nos ilustra ahora con una diferencia que no había advertido nadie: una cosa es ser social y otra universal, ¿se enteran?
Que los condenados por este juez que se olvidó del papel de fumar a la hora de cogérsela sean periodistas tampoco es materia atendible, por mucho que sean los periodistas sujetos relevantes para el ejercicio del derecho a la información que tiene a los ciudadanos como sujetos principales.
Y lo que más me asombra de quienes se han posicionado a favor de la sentencia que comento es que todo su argumento para no discrepar se basa en que está muy bien fundamentada.
Claro que yo no he visto que la sentencia documente la no consideración de Internet como medio de comunicación. Simplemente a él no se lo parece, porque es "universal". Y ya está; cárcel e inhabilitación para los culpables y aquí paz y después gloria.
Habría que decirle al señor juez que es con sentencias como ésta como se bloquea la acción de la justicia, porque tales decisiones impulsan a la formulación de recursos que provocarán, innecesariamente, más retrasos, más carga de trabajo en la Administración de Justicia y más desorientación social en el resto.
O sea, señores, que no somos nadie (por si no lo sabían).
Pues, mire, su señoría: lo suyo va a ser que no.

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