IX ÉPOCA

15.6.05

VIGO, O LA PAZ, O QUITO

La noche, días atrás, en que actuaron aquí, en Vigo, La Fura dels Baus —por cierto, un espectáculo de "remiendos" de obras/acciones anteriores, con una música rancia que en nada pegaba con el despliegue de medios/discursos tecnológicos, y con unos globos publicitarios con más presencia que el propio espectáculo (¡ya te vale Caixanova!)— daba gusto ver a tantos y tantos vigueses y viguesas ocupando el paseo marítimo, las terrazas de los cafés... Daba gusto ver a tantos ciudadanos; pero enseguida me pregunté ¿dónde se meten tantas personas diariamente en las horas de descanso o los sábados y domingos, dónde? Los fines de semana pasear por las calles céntricas de la ciudad es sentirse extranjero; por ejemplo, las tardes de los domingos, entre otros lugares, en la plaza del Berbés da gusto observar cómo se divierten familias enteras de sudamericanos jugando a la pelota. ¿Dónde se meten tantos vigueses y viguesas? Una vez que cierran los comercios las personas que habitan esta ciudad —¡290.000 según el censo!— se retiran de los espacios públicos y al cruzar, por ejemplo, la calle del Príncipe a las nueve y media de la tarde se tiene la sensación de una ciudad fantasmal. Muchas veces debo venir, hacia las diez de la noche, desde la calle Venezuela andando hasta la avenida de Montero Ríos, y muchos de estos días me cruzo con uno o ninguna persona. No digamos los fines de semana; ¿adónde van 290.000 personas, no salen de casa?
Vigo, gracias a los inmigrantes es La Paz, es Quito, es algo más vivo.
Vigo, gracias a las políticas municipales, es una ciudad cerrada al mar, cerrada a la vida social. Sra. Alcaldesa la remodelación del entorno de la alameda es puro decorativismo descerebrador, no concita al encuentro; no, no es serio ni ajustado a las necesidades modernas este concepto de remodelación frío, ¡Mira que poner farolas fechadas en 1832! y ¡¡¡lucecitas al pie de los arbolitos!!!
(Nada tan desalentador como tener que demostrar lo obvio, lo sé).

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