Abel Caballero (nuestro alcalde) acaba, días de atrás, de ¡inaugurar! la rúa Policarpo Sanz. ¿Se puede inaugurar una calle ya existente a la que tan sólo le han ensanchado sus aceras y privatizado su subsuelo? Más aún, ¿se puede, con este lavado de cara y entrañas, definirla —tal como él lo hizo— como “la milla de oro”? Me temo que se ha pasado un poco el sr. Caballero. Policarpo Sanz (la rúa) mide algo más de cuarto y mitad de milla. Esta rúa, sr. Caballero, es una rúa triste, ocupada en su mayoría por los profesionales de la usura; rúa de la que los usureros han ido desalojando a casi todos sus vecinos y a pequeños comerciantes; una rúa que no invita a pasear sino a atravesarla a paso ligero; por la que al cerrar los los antros financieros da algo de miedo transitar.
Sr. Caballero, su concepto de ciudad no contempla a los ciudadanos, no. Y sus definiciones y calificativos para esta rúa generan tristeza ciudadana. Ah, y sobran todos esos cartelitos de "Alcaldía" (también los de "Tenencia"), pues, ya sabemos todos los ciudadanos y ciudadanas que la administración de las vías públicas es cosa del Concello. Ahórrenos, pues, esa inútil cartelería que estamos pagando todos los vigueses y viguesas, o ¿acaso los paga usted y el Tenente de su propio bolsillo? No olviden ustedes dos (regidores mayores) que el Concello ES NUESTRO.
O Apalpador e a lembranza dun Nadal onde o importante era ter alimento e
non agasallos
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A figura do Apalpador lembra unha Galicia de frío, pobreza e escaseza, moi
afastada da imaxe actual dunha festa baseada no consumo sen límites.

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