Esperaba (tardó, el colega, en llegar). Habíamos quedado en
la paellera. Y se me ocurrió que por qué no incluyen en el escudo de armas (¿tomar?) de la ciudad esta espléndida paellera; desde luego, se ha convertido en un lugar de referencia. Si la espera —tal como hoy me ha acurrido— se prolonga (poca
formalidá queda), puedes embelesarte mirando su chafariz, y, por ejemplo, pensar que debajo de ésta bien pudieran ubicar una planta depuradora; falta nos hace.
(Dado que estos días septembrinos siguen agostando la jornada, pues... continuamos a bajo rendimiento. Gracias; pronto nos reincorporaremos.)
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